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Emiliano Zapata e Iván Illich, anarquistas al natural

Braulio Hornedo Rocha*

A Gabriel Zaid

Zapata e Illich son dos, de entre los más notables ejemplos en la tradición del pensamiento político anarquista mexicano, en la vertiente llamada humanismo radical morelense.

Cuando se dice que alguien es humanista, no falta quien vea una grotesca caricatura de: “un dómine enjuto de carnes y de mollera, fosilizado en la árida disección de las lenguas muertas, momificado en la adoración de la antigüedad.” Como describe Gabriel Méndez Placarte a esa esperpéntica figura que todavía aparece en algunos salones de clase y cubículos de las universidades contemporáneas, pero que no es el humanista al que nos referimos.

El humanismo hoy, no nos exige ser universitarios o cultivar una profesión filosófica o literaria. Tampoco es necesario saber griego o latín, o ser filóloga o lexicógrafo, ni siquiera estar versados en las humanidades. Estos estudios nos ayudan, es cierto, pero de ninguna forma bastan para convertirnos en humanistas. Tampoco existe un cuerpo determinado de conocimientos o una especialidad para volverse “humanista”. En suma, no se puede obtener el grado de “humanista” en ninguna universidad.

Según Alfonso Reyes en su libro: Andrenio, perfiles del hombre, FCE, (2018), ser humanista nos exige poner con pasión todos nuestros saberes y actividades diarias al servicio del bienestar humano. Al servicio de la paz, la justicia, la equidad. Ser humanista hoy es hacer la poesía en la práctica como resultado de una antigua tradición de la humanidad.

Existe una importante variante de esa tradición del pensamiento humanista, que fue estudiada por Erich Fromm y que él identifica a partir de fuentes griegas y hebreas, al analizar el Antiguo Testamento, identificando una tradición política que parte de la antigüedad de los tiempos bíblicos hasta nuestros días. A esa tradición, Fromm la llama: radicalismo humanista. La tradición del radicalismo humanista no representa una teoría acabada, ni es una ideología que hay que aprender y recitar. La postura del radicalismo humanista la resume Fromm en su introducción al libro Alternativas de Iván Illich, en tres puntos: 1. Es una actitud, 2. Es una aptitud y 3. Es una fe poética, política y moral.

Ser humanista radical es una actitud ante la vida como la tuvieron Zapata e Illich. Es una aptitud, para ser en el mundo como sus legados históricos nos revelan. Es un compromiso constante para poder servir a los otros, nuestros prójimos. Ser humanista radical es una actitud moral ante el mundo y sus circunstancias. También es una aptitud política para con el mundo y nuestros semejantes. El radicalismo humanista es un decir que es una forma de hacer. También es un hacer que es una forma de decir. Al sostener el radicalismo humanista como una convicción profunda que apunta hacia la fe, se revela su fundamental y compleja naturaleza. La forma de decir de Zapata era el hacer. La forma de hacer de Illich era el decir. Ambos hacían y decían como humanistas radicales.

Emiliano Zapata e Iván Illich eran anarquistas al natural, no lo decían, sólo lo practicaban. Fueron anarquistas en el sentido que el anarquismo moderno es una continuación del republicanismo humanista de los tiempos anteriores a la modernidad. Giordano Bruno, Tomás Moro, Erasmo, Galileo, o Vico, son elocuentes ejemplos. En el siglo XVIII podemos identificar en Rousseau, Godwin y otros humanistas radicales los primeros brotes de lo que en la actualidad llamamos anarquismo, o mejor aún, tradición del pensamiento político anarquista en una vertiente violenta como en Zapata. O en una vertiente pacifista como en Illich.

Es importante señalar que las tradiciones del pensamiento político no son químicamente puras y el anarquismo es un claro ejemplo de mi afirmación. Pues bajo dicha nomenclatura se agrupan diversas corrientes, algunas radicalmente opuestas. Desde los estudiantes de izquierda, hasta los ecologistas veganos y feministas radicales tienen representantes. En el otro extremo del espectro político, está el llamado anarco capitalismo, postulado por Robert Nozick en su libro: Anarquismo, Estado y Utopía, FCE, 1974. Nozick ideó su libro como una respuesta “neoliberal” a la Teoría de la Justicia (1971) de John Rawls. En aquel momento ambos eran profesores de la Universidad de Harvard.

Zapata e Illich son continuadores del radicalismo humanista que viene desde Lao Tse y Jesucristo, hasta: La Boétie, Kropotkin, Tolstoi y Gandhi. En México destacan: Plotino Rhodakanaty, Ricardo Flores Magón y Gabriel Zaid. En 1994, hace 30 años este 2024, el EZLN puso al día en la práctica política de comunidades indígenas el radicalismo humanista intercultural zapatista.

*Lector desescolarizado y desprofesionalizado