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Es verdad que sería maravilloso en la utopía, que el 8 de marzo fuera un día de celebración para las mujeres, pero la realidad nos invita a conmemorar nuestras luchas históricas y honrar a las millones de mujeres en el mundo que dieron su vida para que hoy muchas podamos tener contextos menos agresivos que los que tuvieron nuestras madres y abuelas en un mundo diseñado y creado por y para los hombres. México tiene una historia combativa como pocos países, hemos peleado por nuestra identidad, nuestra tierra y nuestra esencia frente a múltiples enemigos, pero la batalla que seguimos sin poder librar está enquistada en el sistema patriarcal que aún hoy en el 2024 no termina de oprimirnos.

La lucha por el pleno goce y ejercicio de nuestros derechos sigue siendo una constante en la vida de las mujeres mexicanas, las violencias que nos oprimían desde tiempos inmemoriales hoy han transmutado en violencias más duras y cada vez más enraizadas. El avance en el papel es innegable, hace apenas unas cuánta décadas era impensable que las mujeres formáramos parte de las decisiones públicas y aunque nuestra incorporación a través del voto en 1953 abrió la puerta a nuestra participación en los pasajes históricos del país como protagonistas, el reto ha sido ejercer libre y autónomamente nuestros derechos de manera que nuestra participación en la cosa pública no solo se ha visto obstaculizada sino subordinada a las violencias estructurales que siguen prevaleciendo en nuestro país.

Hoy en Morelos vivimos un momento histórico producto precisamente de las luchas de las mujeres a las que se recuerda el 8 de marzo; las sufragistas, las rebeldes, las mujeres trabajadoras que decidieron defender sus derechos; esta oportunidad puede, en mucho, abonar a la re configuración de la dinámica pública; la posibilidad histórica de elegir a la primera mujer que gobierne el estado es inminente y es definitivamente una oportunidad de re plantear la dinámica política e imprimir a las decisiones públicas la perspectiva de género e igualdad que debe ser una parte toral de la agenda de las mujeres que hacemos política.

Es claro que los problemas complejos de un país o de un estado como Morelos no se resuelven solamente con la premisa de una mujer al frente, pero también es claro que no puede haber paz, igualdad ni progreso si no hay gobiernos que reivindiquen los derechos de las mujeres y que garanticen su seguridad e integridad. De eso va la urgencia de ponernos al frente de las decisiones públicas de manera igualitaria y autónoma, de lograr poner en la tribuna pública los temas que nos apremian como mujeres; hoy Morelos vive la peor crisis de violencia en su historia y eso atraviesa a las mujeres, quienes hoy tenemos miedo de salir a la calle y que la violencia nos alcance. Hoy las luchas de tantas mujeres que nos precedieron están por alcanzar un nuevo peldaño, el de la representación en un espacio tan relevante, honrar el legado de todas ellas es una responsabilidad que debe asumirse desde la ética pero también desde la dignidad de una rebeldía que nos ha traído hasta este momento de la historia. Un 8 de marzo más que pasa y aún en 2024 seguimos sin tener nada que celebrar. Ojalá pronto eso cambie con la perspectiva adecuada. ¡Por la rebeldía de las mujeres!

Jessica Ortega