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ESCENARIOS DEL DESENCUENTRO

Vicente Arredondo Ramírez *

Lo que vivimos hoy en México, al menos en la virtualidad de los medios de comunicación de todo tipo y antigüedad, es que hay, según dicen, un enfrentamiento entre dos visiones de lo que es y de lo que debe ser nuestro país. Empecemos precisando que quienes se expresan en los medios de comunicación son una “inmensa minoría” de mexicanos, por lo que resulta atrevido hacer generalizaciones.

Los desacuerdos giran principalmente alrededor de lo que piensa, dice y hace el presidente de la República. La “oposición extrema” textualmente se opone a todo, sin mayores acotaciones ni razonamientos, con mucho enojo y con odio a la persona del presidente. La mayoría de los analistas políticos de la prensa y medios electrónicos convencionales, más que analizar con objetividad lo que sucede en el país, con frecuencia usurpan la profesión de los psicólogos y la practican con la persona del presidente. Por otro lado, los que lo apoyan a él y a su gestión son casi inexistentes en el ecosistema mediático convencional, y muy pocos en el mundo de los sitios electrónicos y las redes sociales. En ese panorama, el “diálogo político” es prácticamente inexistente, lo cual da como resultado que personas y grupos, de una y otra posición, elijan el “espejito mediático” en donde se ven reflejadas sus propias ideas, filias y fobias.

Pero ¿por qué tal desencuentro? ¿Qué es lo que desata el enojo y odio de los detractores del presidente, y el apoyo total de sus defensores? La respuesta depende de varios factores, como, por ejemplo, la medida en que se está cumpliendo lo que cada persona espera del gobierno, o el grado en que se están atendiendo sus necesidades reales. En ese encuadre de posibilidades planteo algunos escenarios explicativos del desencuentro:

El primero, corresponde al diferente concepto que cada quién tiene de la función y razón de ser del gobierno, al margen de lo que establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la cual, sin dudarlo, nunca ha sido leída por el 99 por ciento, o más, de los mexicanos.

El segundo, de corte ideológico/nacionalista, asumiría diferencias en lo que podemos llamar “el amor y defensa de la patria” y el miedo a que pierda su soberanía por la intromisión de ideas y fuerzas extranjeras. Esta hipótesis vale para opositores y defensores del presidente. La diferencia es que unos señalan a los poderes anglosajones como los enemigos, y los segundos, señalan como enemigos a los promotores de ideas progresistas, socialistas y anticapitalistas. Creo que en este escenario muy pocas personas se inscriben.

El tercero, muy comentado, es el que resulta de la confrontación social, por razones de origen étnico, clase social y nivel económico, y a los diferentes modelos de vida y conceptos de bienestar que implican.

El cuarto, muy poco escuchado, es el que señala que el desencuentro social se explica porque está cambiando el tipo de relación ciudadano/gobierno/dinero. Esto es, que el actual gobierno rompió, en múltiples ámbitos y sectores de la sociedad, la fórmula en que las personas o grupos de personas obtenían ingresos económicos. Dicho de otra manera, modificó, por un lado, los flujos que existían de ingreso de dinero a las arcas del gobierno, y, por otro, los flujos de egreso de ese dinero al bolsillo de las personas. Este cambio se dio en el ámbito de todas las clases sociales, y de los actores económicos, nacionales y extranjeros, sin distingos de formas honestas o corruptas de usar o acceder a los recursos públicos.

Ejemplos sobran de este cambio de reglas de juego: en el mundo de la burocracia, la desaparición de cantidad de direcciones generales adjuntas de la alta burocracia, y el techo de ingreso sujeto al sueldo del presidente. En el mundo de la producción agropecuaria, el desdeño a las tradicionales instancias de intermediación entre gobierno y campesinos. En el mundo de los medios de comunicación, la disminución radical de los recursos de publicidad y del “chayote”. En el mundo de las grandes empresas, la prohibición por ley de la condonación de impuestos. En fin, se puede seguir listando sectores afectados y resentidos por el cambio de flujos gubernamentales.

Los cuatro escenarios descritos valen para entender las dos posturas frente al presidente, aunque con distinto significado para quienes la sustentan. Lástima del tiempo perdido por la confrontación. Si se hubiera instrumentado un generalizado diálogo social, a estas alturas del sexenio gran parte de los mexicanos seríamos ya expertos conocedores de al menos una veintena de artículos claves de nuestra Constitución Política, lo cual no el caso.

Es triste que, en la tercera década del siglo 21, a más de doscientos años de la consumación de la independencia de México, y a más de cien años de la Revolución mexicana, siga estando en el imaginario de los mexicanos la idea de que una sola persona, el presidente de la República, es alguien quien está en la capacidad de determinar el avance o el retroceso del país. Esto es afirmar que en México no hay sociedad, sino sólo gobierno.

*Especialista en temas de construcción de ciudadanía.

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