loader image

Por Antonio Ponciano Díaz

10 de mayo de 2023

Una persona sin educación, invariablemente, no tiene la capacidad de construir razonamientos lógicos y argumentados ni la capacidad para juzgar o criticar el ejercicio de sus gobernantes ni poder ejercer su propia libertad y los derechos humanos, sociales, económicos y políticos que le confiere la Constitución política ni sus leyes reglamentarias.

El punto de reflexión es que el panorama es más complicado que lo expresado anteriormente. El diseño tanto de una sociedad capitalista, como una populista de izquierda o de derecha, la tendencia sea capturar a los consumidores y buscar clientelas que adquieran sus productos ya sea materiales o ideológicos o de ambos, generando una manipulación consentida o inocente. La educación ofrece la posibilidad de tomar consciencia de esta realidad y elegir, hasta cierto punto, su condición de sujeto subyugado o alzar su voz para exigir sus derechos humanos y transitar en sus márgenes con un mayor grado de libertad.

El sistema educativo naufraga en sucesivas crisis y sin rumbo fijo, no hay capitán que la guie y los mares cada día son más procelosos, especialmente, los provocados por la disrupción tecnológica de la AI (inteligencia artificial) y la incertidumbre que el siglo XXI ha traído consigo. No hay retorno, se tendrá que navegar en mares muy agitados y ahí encontrar las oportunidades que la propia AI ofrece, antes de que sea demasiado tarde y hayamos sucumbido ante nuestro asombro y pasividad.

Los gobiernos están concentrados y más interesados en mantener sus clientelas y en el juego político electoral para preservar el statu quo en la prevalencia de sus intereses y de su poder. Pero lo más delicado es que están desmantelando instituciones y acomodando marcos normativos para legitimar sus intenciones.

Por todo ello, urge ampliar un gran debate para encontrar posibles respuestas a los grandes desafíos que está enfrentando la sociedad y nuestro país. Es cierto que los regímenes gubernamentales en los últimos 40 años no han podido dar respuesta a los reclamos de los derechos humanos y sociales de los grupos más necesitados, por ejemplo, en el caso de la educación básica no son nada halagüeñas las políticas educativas del actual régimen gubernamental porque, al parecer, no están diseñadas para formar a las nuevas generaciones en términos de competencias, conocimientos, habilidades y destrezas que requiere nuestro tiempo y así poder participar en el concierto de los avances científicos y tecnológicos globales. El impacto del rezago educativo que trajo la pandemia del Covid es desconocido porque al parecer no hay interés en hacer una evaluación. Se avanza a la deriva.

Me parece que, la trama de los gobiernos es tramposa y no hablan con franqueza o bien ignoran los requerimientos de una sociedad moderna que aspira a participar de una mejor calidad de vida llena de oportunidades y; en el mejor de los casos, solo se concretan a hacer promesas para atender los rezagos o exigencias de las minorías, cuyas acciones solo se quedan en narrativas inconclusas y sin sentido.

Concluyo con un par de preguntas ¿nuestra sociedad se encuentra preparada para incorporarse y/o aprovechar los cambios disruptivos que están generando los descubrimientos científicos y los desarrollos tecnológicos, los cuales están modificando nuestra cultura y la forma en la que nos relacionamos y comunicamos? O ¿permaneceremos como simples espectadores y potencialmente como seres dependientes?

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *