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Los criminales en nuestro estado ya no se tienen que esconder ni fingir: a plena luz del día pueden hacer lo que quieran con la certeza de que nadie los va a atrapar y que es casi seguro que ni siquiera los identifiquen.

Y, por como ha sucedido en lamentables y frecuentes episodios pasados, la ciudadanía puede apostar a que las investigaciones se mantendrán herméticas y nadie informará nada a no ser que, ocasionalmente, algún funcionario sea abordado por algún reportero y, a pie de banqueta, diga que no puede decir nada para no entorpecer las investigaciones, pero que se han hecho grandes avances…

El atentado contra Faustino Javier Estrada González,  ex diputado federal y miembro destacado del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) en Morelos, fue perpetrado antes de medio día en una importante avenida de la capital del estado; además, era custodiado por sus guardaespaldas quienes, en esta ocasión, no pudieron evitar que le dispararan como lo consiguieron en el ataque que hace un par de años lograron frustrar. Sin embargo, en ambas ocasiones no se logró la detención de nadie.

Este lamentable caso recuerda uno de los peores fracasos de la justicia en Morelos en los últimos años: el asesinato de la diputada Gabriela Marín, a quien un par de asesinos le arrebataron la vida a las seis de la tarde sobre la avenida Poder Legislativo, que tampoco es una callejuela perdida en las goteras de la ciudad. Desde luego, lo único que se sabe de este caso es que continúa impune.

Los atentados contra personalidades notables en Morelos solo tienen garantizada la atención mediática, no resultados policíacos, por lo menos en eso las autoridades tratan igual a pobres que a ricos, a personas destacadas y a simples desconocidos.

Estos cobardes atentados solo demuestran que la criminalidad ya perdió el miedo a los cuerpos de seguridad, que no hay Guardia Nacional que valga si no se hacen investigaciones profesionales y el trabajo policial se lleva hasta las últimas consecuencias en los pocos casos en los que se logran detenciones de verdaderos culpables. 

En otras palabras, la impunidad avasallante que se vive en Morelos es la mejor garantía de que se puede hacer cualquier cosa contra cualquier persona en cualquier momento porque nadie lo va a impedir; nadie va a perseguir a los responsablesy, si lo hace, siempre queda el recurso de que las autoridades hagan lo posible para liberar a los sospechosos, como comentábamos ayer.

Que también las personalidades notables, o con recursos económicos, estén a expensas del crimen en Morelos no es ningún consuelo para nadie sino un síntoma de lo rebasadas que están nuestras instituciones de seguridad. Ojalá empiecen en este caso a demostrar que estamos equivocados.

Nuestra solidaridad con la familia, amigos y simpatizantes de Javier Estrada González. Basta de impunidad.

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