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LU SCHAFFER*

Curioso, un libro que rememora la pérdida del progenitor me brindó un momento de cercanía con mi padre, cuando se acercó corriendo con el poemario entre las manos, se sentó junto a mí y lo leyó en voz alta desde el principio hasta el final mientras su voz se quebraba. Con cada verso de Jesús Bartolo sentí con más fuerza el acompañamiento de mi familia. De alguna forma es un libro que consigue un logro difícil para el lector: ayudarte a valorar.

Padre: y el mar de la niñez se consumía mirando tu retrato:/ tu foto era de un amarillo que raspaba/ porque iba borrándote el rostro”.

Jesús Bartolo dibuja a los miembros de su familia y a través de ellos retrata los dolores de su tierra. De la mismo forma dibuja la infancia y a través de ella describe el tiempo: “y yo era un niño de manos temerosas que no sabía atrapar camarones en el río/ pero sí historias con el tirabuzón de la imaginación,/ que se quedaba sobre las piedras mirando la corriente/ hasta que el sol me ponía cenizo como a un viejo chaneque/ y temblaba de frío y miraba pasar las torcazas/ con sus augurios picoteándoles las alas…/ Y yo: era un infante lombriciento sin tirria en la sonrisa/ que miraba apariciones y tenía la porción paterna mutilada del alma”.

En mitad de lutos y pérdidas, la aparición tridimensional de la comida. La cocina habla con el lector. Al leer, crece mi lista de platillos que pienso probar antes de morir. Aprendo palabras típicas de Guerrero que nunca antesescuché, pero que se siembran en el paladar con la raíz de su negritud.

“La manteca de la infancia brinca en la cazuela del tiempo/ y quema: ámpula del corazón, se hincha: arde: canta…”

El ritmo de este poemario no es uniforme, como en el mar, cada cierta cantidad de olas llega una más grande, los pescadores saben medirlas y las aprovechan para que la lancha o la red lleguen más lejos. El poeta también sabe aprovecharlas para avanzar en los lectores.

La corriente de este libro me arrastra hacia una playa que varios autores intentan explorar, pero resultan en cansados lugares comunes o en romantizar la situación para colocarse la etiqueta de “bohemios”. Jesús Bartolo no cae en ese bache. Habla del alcoholismo como una consecuencia de la violencia social y como una espina para expresar el rencor hacia la ausencia emocional de la madre.

“Me fugo de aquí porque qué otro remedio le queda al que está solo: bufar, llenarse de rencores, ir en la lástima lastimando a los demás… Voy, pues, sin timideces hacia allá, a ese lugarcito ebrio donde el viento sacia su ansiedad”.

Platicando con el autor me cuenta que la situación en su tierra no mejora: “la violencia en Atoyac es como esos bejucos que van envolviendo a una pared o a otra planta hasta que la asfixian. La pared desaparece, la planta muere. Quizá en mi niñez no se miraba tanta inseguridad, muestra palpable de ello es que todo mundo jugaba en la calle, hacíamos mandados sin esa preocupación de desaparecer en una esquina”.

Y como las pérdidas no terminan, tampoco su labor poética, que tiene como raíz preservar la memoria: “escribirpara que el olvido no salpique con su polvo de lo que uno fue testigo, dejar constancia de eso que vivenciamos, quizá algo en algún verso toque a alguien y cuando eso sucede la poesía cumple con recordarnos que entre toda la barbarie que somos, existe en nosotros un poco de ternura y eso de humano que a veces dejamos de lado. Cuando eso sucede la poesía cumple con su función social de trasmitirnos una emoción, un anhelo, un contexto, un dolor, un grito y todos esos etcéteras que nos mueven en el mundo y la vida”.

​Para leer *En las lágrimas de la abuela nunca retoñó un paquidermorecomiendo que te dejes arrastrar por la ola, la intención no es salir ileso, no te quedes en la orilla, permite que el mar te de vueltas en el fondo, te raspe la espalda en la arena y te clave sus erizos en el pie. Es la mejor forma de acercarse a este libro.

Madre: la niñez se fue pudriendo como el río delpueblo:/ a los viejos pertenecía la memoria colectiva,/ también la muerte y las llagas de todo lo que cuento:/ Abuela: para que el olvido no se haga memoria soplo al viento estas palabras”.

*En las lágrimas de la abuela nunca retoñó un paquidermo

108 pp. Universidad Autónoma del Estado de México, 2015

Jesús Bartolo Bello Lopez (Guerrero, México, 1970)

*Reseña de Lu Schaffer

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