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El domingo pasado, en el Paso Exprés de Cuernavaca, en el kilómetro 86.6, ocurrió un accidente fatal en el que estuvo involucrada una motocicleta. En ella viajaba Uriel Gómez Balderas, fotorreportero del Extra de Morelos.

Durante más de dos lustros, Uriel Gómez cubrió principalmente hechos de violencia y su labor, como la de muchos de sus colegas, no era de las simpatías de algunas personas; sus compañeros afirman que en repetidas ocasiones fue blanco de amenazas y hostigamientos.

Hasta el momento, la lamentable muerte del periodista es considerada producto de un accidente de tránsito como muchos que ocurren constantemente en la autopista; sin embargo, hay algunas cosas que no cuadran completamente con este escenario.

Sus familiares dicen que no les fueron entregadas algunas pertenencias que Uriel portaba habitualmente y que con seguridad traía consigo en el momento del accidente: una esclava de plata, una mochila y una pernera.

Ayer, varios de sus compañeros y colegas realizaron un breve encuentro para condolerse por la muerte del compañero y amigo, pero también para demandar que la muerte de Uriel Gómez Balderas no sea archivada como mero accidente y que, como algunos casos de asesinatos de periodistas, la investigación del hecho gire en torno a la actividad que desarrollaba.

Ni en la ceremonia de solidaridad ni en este espacio, se afirma que a Uriel lo hayan matado, pero al caso no se le puede dar carpetazo solamente por las apariencias sin descartar que el accidente haya sido eso, un evento fortuito, un hecho que nadie haya provocado intencionalmente.

Las grabaciones de las cámaras de videovigilancia serán cruciales para determinar la realidad de los hechos, y que aparezcan las pertenencias de Uriel -entre las que podrían figurar tarjetas de memoria con sus últimos registros- también sería una buena forma de empezar.

La muerte de un periodista en un accidente puede ser simplemente eso, pues son seres de carne y hueso, pero los antecedentes en contra de la labor profesional de Uriel Gómez y el grado de inseguridad que se vive en nuestro estado son elementos que forzosamente deberían entrar en la ecuación a la hora de examinar los hechos.

La familia de Uriel, sus amigos, colegas y todos los morelenses en general, requieren información real, pronta y profesional para saber si su muerte fue efectivamente por un imponderable o si, como en tantos otros casos de nuestra realidad, hay un culpable a quién perseguir y razones quéesclarecer.

La mejor forma de lograr cierto consuelo por una muerte es conocer las verdaderas razones por las que ahora hay que extrañar a un amigo, a un compañero o a un familiar. Y también es el mejor antídoto contra las especulaciones.

Nuestra solidaridad con la familia, amigos y compañeros de Uriel.

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