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¿DEBE HABER COMPETENCIAS PARA GOBERNAR?

José Antonio Gómez Espinoza

Recién arrancaron las precampañas de las llamadas “corcholatas” buscando cada uno, ser la ficha que se destape. Aparecen espectaculares en todas partes, eso sí, cuidando que tengan el logo de alguna revista o diario casi todos desconocidos, pues con esa salvedad ya no se viola la normativa electoral.

Las “corcholatas” para la presidencia de la república son gente con oficio político reconocido, aunque no siempre sucede así. Muchas veces los candidatos de los partidos no cumplen con esta condición. Las experiencias de otras campañas muestran que con frecuencia los candidatos no tienen experiencia, oficio, ni conocimiento de la responsabilidad que habrán de adquirir. Esto dio pie a reflexionar sobre el derecho que tenemos los ciudadanos de tener un buen gobierno y por ende buenos gobernantes

Los ciudadanos merecemos que quienes sean nuestros gobernantes tengan la capacidad y las competencias para gobernar. Se está volviendo habitual que los partidos políticos escojan como sus candidatos a figuras populares como artistas, futbolistas, payasos, gente de la farándula quienes salvo honradas excepciones no tienen aptitudes ni competencias para gobernar.

La idea de este análisis no es discriminar o negar los derechos a nadie de votar y ser votado, garantizados en nuestra Carta Magna en los artículos 1 y 35. Este análisis se centra en el “Derecho humano” de primer orden que tenemos los pueblos para tener un buen gobernante.

Cualquier persona que aspira a un cargo en una empresa, tiene que demostrar “competencias” que lo califiquen para el puesto. Esta calificación es más rigurosa en la medida que la actividad a desempañar implica mayor responsabilidad de suerte que muchas veces se hace necesaria una “certificación” periódica que garantice las “competencias” de los responsables y los obligue a una capacitación continua.

Al parecer la vida política es el único espacio donde no se requiere demostrar “competencias” como requisito. La conseja popular dice que, “si no eres bueno como profesionista o en el desarrollo económico y social, metete a la política”. En la vida política no se exige requisito alguno, como en cualquier otro trabajo.

La responsabilidad de gobernar una nación, un estado, un pueblo o una comunidad no es asunto menor, implica entre otras cosas, “competencias” en historia, legislación, administración, finanzas, educación, amplia cultura amén de alta sensibilidad social y humana. Un gobernante, tiene que tomar decisiones sobre los bienes, el patrimonio, la administración, la seguridad, la salud, la educación etcétera, la responsabilidad es mayúscula.

Los partidos políticos consideran como requisito para postular a un candidato su popularidad, su “capital político”, su objetivo es ganar votos. La popularidad sin duda beneficia al candidato y al partido postulante, pero ese criterio no garantiza que se elija a un buen gobernante, no garantiza que tenga las “competencias” que lo califiquen para gobernar los destinos de un pueblo.

¿Cuál debe ser el perfil para un candidato a elección popular que pueda avalar un buen gobierno? La respuesta se da a través de responder a la interrogante ¿Cuáles son las competencias que debe tener de un buen gobernante?

Quien aspire a gobernar, como parte de su perfil debe conocer profunda y ampliamente nuestra historia, tradición y cultura; conocer todos los municipios, los pueblos, los caseríos de la región que pretende gobernar; saber de su geografía, sus condiciones climáticas, sociales, económicas y desde luego de sus problemas.

Quien quiera gobernar debe contar con una amplia cultura (no necesariamente con un título universitario), tener amplio conocimiento de la problemática nacional enmarcada en el contexto globalizador; conocimiento claro y amplio de la legislación orgánica, la estatal y la constitucional, pues la normativa debe ser la guía de sus acciones.

Me di a la tarea de hurgar en las diferentes normativas que nos aplican y no pude encontrar reglamentación alguna que norme las competencias que deba tener quien aspire a un cargo de elección popular.

La democracia emergente requiere como requisito “sine qua non” que se legisle para garantizar que quienes aspiren a ser gobernantes, tengan las competencias para gobernar que debe ser un derecho humano de los ciudadanos, aunque actualmente no se encuentre especificado en alguno de los 30 artículos de la declaración de los derechos humanos de la Organización de las Naciones Unidas.

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