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Nuevas tecnologías y desigualdad

Antulio Sánchez

La desigualdad en el acceso a las nuevas tecnologías es un tema invocado desde el momento en que internet se empezó a ofrecer a la ciudadanía, porque no solo era una cuestión que podría tener consecuencias significativas en la vida de las personas, sino que para algunos incluso era parte esencial de los derechos fundamentales.

La semana pasada dimos a conocer los datos de la más reciente ENDUTIH (Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares) que fue coefectuada por el Inegi y el IFT. Ahora abordaremos el estudio «La desigualdad y su impacto en el acceso a las tecnologías de la información» (DITI), llevado a cabo por el IFT el cual cubrió 1,075 municipios.

Datos interesantes son que en cuanto a equipos de cómputo los municipios de las entidades con mayor acceso a computadora son Ciudad de México (59.8%), Baja California (50.1%), Nuevo León (47.8%) y Aguascalientes (45.8%), mientras que los estados con menor acceso son Chiapas (15.7%), Guerrero (20.3%), Oaxaca (20.3%) y Tabasco (25.3%). De esa manera en los municipios estudiados, se advierte que la distribución de computadoras en los hogares no es igualitaria:los hogares con menos ingreso poseen una cantidad de computadoras menores a las de los que cuentan con mejores ingresos. Por ejemplo, los hogares pertenecientes al sector menos favorecido económicamente sólo poseen un 20% del total de computadoras.

Misma situación se presenta en el caso de acceso a internet fijo por cada 100 hogares. La entidad con el acceso a TIC menor y la mayor desigualdad económica es Chiapas, en contraste, Ciudad de México es la entidad con los mayores grados de acceso a TIC y menor desigualdad económica. 

En lo tocante a la telefonía celular, en los 1,075 municipios de la muestra nacional, se reporta que existe una distribución desigual de esos equipos, los estratos de ingresos más bajos cuentan con una cantidad menor de celulares que quienes poseen los mayores ingresos. Por ejemplo, el 75% de los hogares más marginados o económicamente más pobres sólo poseen un 49.5% de los celulares que hay en los municipios muestreados. 

Los datos de la DITI reafirman lo señalado ya por la ENDUTIH, en el sentido de que la desigualdad es la que marca los derroteros en la falta de uso y acopio de tecnologías de la información, lo que termina por profundizar el acceso a múltiples recursos a medida que tales herramientas se van renovando y afianzando. 

Sin embargo, una mirada atrás nos puede ofrecer lo que ha sido el crecimiento de internet en nuestro país. En 1998 —cuando internet tenía pocos años de haber llegado al país y ya empezaba a ser usado por cualquier persona vía los PSI (proveedores de servicios de internet)— había 1,307 000 personas conectadas, en la actualidad tenemos 80.6 millones de usuarios, lo que significa que en 25 años la tasa de crecimiento fue de 6,125.47%.

En lo que toca a hogares con internet en 1998 solo había 274 000 hogares que contaban con internet, mientras que en 2022 se cuenta con 24.3 millones de hogares con conexión a internet, que equivale a un crecimiento de 8,785%, lo que representa un aumento significativo en el acceso a internet en hogares mexicanos durante el periodo referido. 

No debe olvidarse que a lo largo de los últimos cuatro sexenios (el de Vicente Fox —eMéxico—, Felipe Calderón —México Digital—, Enrique Peña Nieto —México Conectado— y Andrés Manuel López Obrador —Internet para Todos— ), se han impulsado programas desiguales, pero las zonas más agrestes y marginadas del país siempre han carecido de una política eficaz para enlazarlos a internet, por lo que el crecimiento que se ha mantenido en México en materia de conexión y de usuarios ha dejado de lado un sector importante de la población, por eso está pendiente contar con mayor inclusión digital.

Partir de que internet sea un derecho humano y por lo tanto debiera de ser herramienta indispensable y vital, soslaya que en el país hay servicios más relevantes e importantes para la existencia de las personas que no cuentan con ella. Por ejemplo todavía tenemos, según datos de la misma CFE, más de un millón de habitantes no cuentan con electricidad. En el caso del acceso a agua potable, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) refiere que alrededor de 12 millones de mexicanos carecen de acceso al agua potable, siendo los más afectados los habitantes del sector rural. Ante este panorama, lo que vemos es que nuestras brechas son tales que para revertirlas se requiere de menos verborrea y demagogia y más aplicación efectiva de recursos para impulsar políticas públicas eficaces para solventar esta situación.

A nivel latinoamericano México está en una situación parecida a la que viven naciones como Colombia, Paraguay, Brasil y algunas naciones de Centroamérica, con brechas y desigualdades en materia de conexión que mantienen a un sector de su población fuera de la órbita digital. Tres naciones tienen las mejores coberturas en la región latinoamericana: Chile(92%), Uruguay (casi el 100%) y Costa Rica (90%). En estos casos no es el tamaño lo que determina su eficacia si no sus políticas públicas en la materia.

En el caso de nuestro país el actual gobierno optó por comprar la Red Mayorista privada Altán y creó CFE Telecomunicaciones e Internet para Todos con el objetivo de acabar con la carencia de acceso de conectividad que tiene un 20% de la población. Por un lado el gobierno vio en el incremento del costo de la asignación del espectro una vía para hacerse de recursos, al grado que nuestro país tiene el costo más alto del espectro radioeléctrico en Latinoamérica, cómo ejemplo en 2021 México obtuvo 213 mil millones de pesos, lo que lo convierte en uno de los más altos de la región según CIU y la Asociación Global de Ecosistema Móvil (GSMA). En nuestro país el espectro radioeléctrico puede costar dos y hasta tres veces lo que vale en países de la región con un nivel similar. Pero estos ingresos, por lo visto, no se usan para atenuar la brecha digital, la inversión que el gobierno ha establecido es insuficiente para cumplir con los programas de cobertura social para las zonas carentes te telefonía e internet, por lo cual terminaremos el sexenio en esta materia casi igual, o peor, que como comenzó. 

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