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Luis Raúl González Pérez, destacado especialista en Derechos Humanos y quien acuñara en México el término Ombudsperson cuando estuvo a la cabeza de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, publica hoy en estas páginas un análisis sobre la desigualdad y la discriminación que inició el pasado 28 de junio.

En su estudio, realizado a partir de información pública de órganos especializados, observa que la discriminación en México no solo goza de cabal salud a pesar de leyes y hasta postulados constitucionales, sino que en los últimos años muestra una preocupante tendencia al alza.

Comparando los resultados de las últimas ediciones de la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) que elabora el INEGI, señala que la prevalencia de experiencias de discriminación en el país se incrementó respecto de diversos sectores poblacionales: tratándose de personas indígenas, pasó del 25.3 por ciento en 2017 a 28 por ciento en 2022; la discriminación hacia personas con discapacidad llegó al 33.8 por ciento, cuando en 2017 se reportó el 24.6; hacia los jóvenes, la discriminación pasó del 21.4 a 28.5 y, en cuanto a las mujeres, del 20.4 que presentaba hace cinco años, al 24.8 por ciento en 2022.

En el rubro de diversidad sexual y género tuvo el porcentaje más alto en las poblaciones en condiciones de mayor vulnerabilidad, con una cifra del 37.3 por ciento; aquí la media nacional en 2017 en materia de discriminación era del 20.2 por ciento creciendo un 3.5 por ciento pues, para el año pasado, el porcentaje de las personas que se sintieron discriminadas por esta razón aumentó al 23.7 por ciento.

“Los Estados de la República se identificaron en cuatro bloques de mayor a menor prevalencia de experiencias de discriminación. En el más alto lo fueron Yucatán, Puebla, Querétaro y Ciudad de México. Por otro lado, los Estados en menor rango, cuarto bloque, fueron Sinaloa, Sonora, Nuevo León, Chiapas y Campeche. El estado de Morelos se ubicó en el segundo bloque con un 23.7 por ciento”.

Es un gran tema para los especialistas intentar desentrañar lo que hace que la gente rechace a la gente en momentos como los que vivimos, cuando la mayor fortaleza que podemos tener como ciudadanos es trabajar en unidad. Además, como escribió González Pérez: “El flagelo de la discriminación, que acompaña la desigualdad, menoscaba o anula diversos derechos lesionando la dignidad de las personas, particularmente para personas o sectores en condiciones de vulnerabilidad”.

Recordemos que la vulnerabilidad -entendida como restricción a acceder a derechos como el bienestar – de un sector de la sociedad, hace que toda ella sea vulnerable. Es un tema que debe ocupar tanto a gobiernos como a cada uno de nosotros, pues respetar a los demás es respetarse a uno mismo, por lo que, parafraseando a González Pérez, la única intolerancia que acaso nos podríamos permitir sería, precisamente, contra la discriminación.

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