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En el mundo al revés de Morelos, los padres de familia les dan droga a sus hijos para que la vendan en el recreo; el alcoholímetro se aplica rigurosamente, excepto si hay feria, y se ofrecen los pocos policías que tenemos para ir a pacificar otros estados.

Algo debe tener el agua en Morelos para que todas esas notas se generen simultáneamente. Se pueden consultar en este mismo diario, un poco más adelante.

Pero algo peor debe estar sucediendo en otras partes de nuestro organismo para que las consideremos normales.

La magistrada presidenta del Tribunal Unitario de Justicia Penal para Adolescentes (TUJAP), Adriana Pineda Fernández, nos informa que, gracias a la labor de campo y de acercamiento a posibles futuros infractores, el Tribunal ha detectado que padres de familia y vecinos obligan a menores hasta de cuarto año de primaria a que vendan droga en sus escuelas y, desde luego, sus clientes no serán el director ni sus maestros, sino otros menores, compañeros de grado o de nivel.

La magistrada señala que, aunque desde luego no es un fenómeno generalizado, con un solo caso basta para encender las alarmas; lo malo es que esta actividad ya se ha detectado en un par de municipios. Que el personal del Tribunal se haya enterado por los propios niños señala el nivel de inocencia y candidez de estos menores que podrían ser víctimas del delito de corrupción de menores, gravemente penado en las leyes mexicanas.

Pero eso no es todo en el mundo de cabeza. Para la feria de Santiago Apóstol, las autoridades de Zacatepec anunciaron que se dará prioridad a los visitantes, para quienes se ha dispuesto incluso un vehículo que servirá de guía de turistas. Dicen que procurarán que quienes asistan a la feria se sientan “cómodos y seguros” y que han desistido de aplicar el operativo de alcoholemia justo cuando, se podría pensar, la feria sirva de pretexto para consumir grandes cantidades de alcohol.

Todos los municipios en donde se aplica el alcoholímetro aseguran que no es una iniciativa recaudatoria, y Zacatepec lo confirma con los hechos, pues quizá podrían levantar una multitud de multas durante su celebración. Ahora solo hace falta ver cómo se concilia esta iniciativa con la intención de que los visitantes se sientan “seguros”.

Finalmente, el gobernador de un estado con déficit de policías como es Morelos, ofrece a la gobernadora de otro estado con una grave crisis de violencia social el apoyo de esos policías que ya nos hacen falta. Dijo que “la gobernadora tiene todo nuestro apoyo y, si quiere, le podemos mandar elementos policiacos para que refuercen la seguridad; nos tenemos que apoyar, no podemos permitir que eso pase”. Aunque cualquiera podría pensar que para eso está la Guardia Nacional, que quizá se piense dos veces en permanecer más tiempo en una entidad tan autosuficiente en materia de seguridad.

Si no estuviera tan trillada la idea, se podría afirmar que Morelos es un estado surrealista, pero algunos más también podrían pensar que la venta de drogas en las primarias tiene mucho más tiempo realizándose, y no solo en Morelos.

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