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Jessica Rivera Hamed

Navegando por Netflix con la intención de ver una serie policiaca, me encontré con la descripción de Cromosoma 21: “en esta serie policiaca chilena una detective lidera una investigación para descubrir si un joven encontrado en la escena de un homicidio es testigo o sospechoso”. El nombre de la serie y el avance que ofrece la plataforma lograron captar mi atención y así fue como me encontré con esta serie que además de contar una historia muy bien lograda, permite adentrarnos a un tema que desde mi perspectiva está poco explorado, con una propuesta disruptiva y me atrevo decir, educativa: la sexualidad en personas con síndrome de Down.

El protagonista de la serie es Tommy, un joven de 26 años con síndrome de Down* que es investigado por homicidio, crimen en el que también se ve involucrado su hermano Bekam. Ambos perdieron a su mamá en un accidente casero y Bekam se hizo cargo de Tommy haciendo negocios ilícitos con la venta de mercancía robada.

Tommy tiene novia: la Cris, una joven de clase alta a quien conoció en Down Up, fundación para personas con esta discapacidad intelectual. Cristina es hija de Sofía Lombardi, la directora, que, con la intención de proteger a su hija, anula en todo momento su capacidad de tomar decisiones, de enamorarse, pero, sobre todo, le aterra el deseo de Cris de ser mamá, tanto, que la lleva con engaños a una clínica con el objetivo de esterilizarla, pues manifestó su deseo de tener un hijo con Tommy.

Cris y Tommy hacen lives en redes sociales para platicar de su amor y de su vida cotidiana, platican de su futuro juntos que se ve amenazado por la posibilidad de que Tommy sea sentenciado por homicidio. Deciden fugarse con la complicidad de Bekam, que haría cualquier cosa por ver a su hermano feliz. Les casa en el bosque con una ceremonia improvisada en plena huida, para que puedan tener sexo sin culpa dentro de una casa de campaña.

El abordaje sin condescendencia y estigma hace de la seria una propuesta necesaria para entender y visibilizar otras realidades que a veces nos negamos a ver. Rompe con ideas preconcebidas de las personas con síndrome de Down que más allá de incluirles les excluye con base en prejuicios.

Hace unos días, platicando con la psicóloga y sexóloga Magnolia Téllez, me compartía que aún nos falta mucho para entender e incluir a las personas con discapacidad, quienes, por la falta de políticas para su inclusión en la vida pública, viven muchas veces en el encierro, anulando sus proyectos de vida y su autonomía, además de estar atravesadas por el género, pues estadísticamente las mujeres con discapacidad viven más violencias que los hombres con algún tipo de discapacidad.

*Las personas con síndrome de Down tienen tres cromosomas en el par 21 en lugar de los dos que existen habitualmente; es por esto que también se conoce como trisomía 21. En México la incidencia es de aproximadamente uno por cada 650 nacimientos. A principios de 1900 la expectativa de vida era de 10 años, hoy es de 50 años.

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