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Cafeólogo®

He pasado una semana en Caracas invitado a participar en el EICEV 2023 (Encuentro Internacional del Café de Especialidad Venezolano). Es la segunda vez que se organiza y es la segunda vez que vengo a compartir con colegas del mundo del café y en este origen que se perfila con rasgos extraordinarios. Aquí, hoy y desde hace mucho, nada es menor o baladí. Aquí todo sabe, bien o mal pero sabe. Este Caracas que yo he conocido, muy diferente al Caracas del que escuchaba cantar mi padre en la voz de Piero, es una ciudad gris donde nada es gris.

A Venezuela vine con un tema en mente del que ya he hablado antes aquí: cuando uno tiene genotipo de caficultor, hay dos posibles y generales formas de expresarse en el fenotipo, o bien mediante la vía del agricultor, o bien mediante la vía del campesino. No importa la escala de la producción, no importan los recursos con que se cuenten ni los grados de estudio, no importa la estratificación social, desde cualquiera de las situaciones en que puede estar un caficultor, puede elegir ser agricultor o campesino.

He dicho que ya he hablado de esa diferencia aquí en otra ocasión. Esta vez al venir a Caracas tenía un matiz esta reflexión, un matiz surgido de la realidad y bien descrito por Edward Fischer en el libro Making better coffee. How Maya farmers and third wave tastemakers create value. El autor, por cierto de escuela marxista, dice algo más o menos así: los caficultores fueron privados mediante el modelo colonial de los medios de producción, y hoy en el modelo post colonial son privados de los medios de asignación de valor al fruto de su producción. Dicho más llano: el caficultor (especialmente el no colonialista, sino el pequeño caficultor) hoy es dueño de la tierra donde produce, pero no tiene la posición o la voz para decidir el precio de su café. Ese control de los medios de asignación simbólica del valor del café sigue en manos de “los especialistas, los que saben, los que miden la calidad, los que ponderan la originalidad, los cuentan la historia” de ese café. (Una y otra vez fui presentado como un especialista del café).

Trataré de hilar las dos ideas de los párrafos anteriores. Hay dos dicotomías que se intersectan en algún punto, por un lado tenemos la distinción entre campesino y agricultor, donde la implicación existencial del primero lo define como tal versus la posición transaccional del segundo y, por otro lado, tenemos los medios de producción y los medios de asignación de valor, donde bien puede ser campesino o agricultor quien produce igualmente la asignación de valor suele no estar en sus manos.

Creo que causé más confusión al explicar estas ideas, o quizá fui yo quien quedó más confundido, o mejor dicho, más pensativo, luego de expresarlas. El caso es que Caracas y Venezuela son un marco, un mundo, un ecosistema extraordinario para el café, y al café le gusta Venezuela, he probado algunos verdaderamente deliciosos. ¡Gracias, hermanos!

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