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Juan Antonio Siller Camacho y Marie Regina Siller Boucher

En esta travesía de países y carreteras, el Galeón se prepara para la etapa final de su tornaviaje, concluyendo el último tramo de carretera con una inconfundible sensación de victoria tras haber recorrido todo Centroamérica y estar cada día más cerca de casa. Las horas de viaje por carretera sirven tanto para admirar el paisaje como para reflexionar…

Un viaje presupone una aventura porque siempre te pondrá a prueba. Por más planeado que esté un itinerario de viaje, naturalmente está destinado a modificarse sobre la marcha, lo que te obligará a pensar y actuar creativamente para resolver todas las encrucijadas que te depara el destino. Incluso detonará una parte de ti que quizás no conocías, y me atrevo a pensar que adoptamos una personalidad viajera y nos convertimos en un nuevo personaje, protagonista de nuestro propio relato de aventuras. Un buen viajero es todo aquel que sabe adaptarse en diversos escenarios y fluir con flexibilidad ante circunstancias inciertas, porque dentro de lo aparentemente caótico reside la belleza de lo esencial, en los viajes como en la vida. Me gusta la experiencia del viaje, como la describe Cesare Pavese: «Viajar es una brutalidad. Te obliga a confiar en extraños y a perder de vista todo lo que te resulta familiar y confortable de tus amigos y tu casa. Estás todo el tiempo en desequilibrio. Nada es tuyo excepto lo más esencial: el aire, las horas de descanso, los sueños, el mar, el cielo; todas aquellas cosas que tienden hacia lo eterno o hacia lo que imaginamos como tal».

Y así, siguiendo el consejo de Saint-Exupéry, viajando con el alma ligera, y ligeros de equipaje, como todo aquel que quiere viajar feliz, atravesamos el Valle de Tehuacán, “lugar de dioses”, entre Oaxaca y Puebla. Esta región constituye un patrimonio natural, arqueológico y paleontológico excepcional; el valle es la zona semiárida con mayor diversidad biológica de toda América del Norte, es uno de los principales centros de diversificación de los cactus, familia botánica en serio peligro de extinción. El sitio alberga al menos 2,686 especies de plantas, de las cuales 365 son endémicas, destacan en particular los bosques de cactáceas columnares más densos del planeta. En esta región se dieron los primeros asentamientos nómadas y sedentarios en Mesoamérica, así como los primeros registros de domesticación del maíz y un sistema de gestión del agua, que son los más antiguos del continente y permitieron la sedentarización de comunidades que vivieron de la agricultura. Guarda también una riqueza paleontológica, en cuanto a sus fósiles marinos y huellas fosilizadas de dinosaurios de tres dedos que quedaron plasmadas en la tierra hace aproximadamente 100 millones de años.

Actualmente en el estado de Puebla existen tres nombramientos de Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO: el Centro Histórico de Puebla en 1987, los Primeros Monasterios del siglo XVI en las laderas del Popocatépetl en 1994, y la Reserva del Valle de Tehuacán-Cuicatlán como patrimonio mixto (natural y cultural) en 2018.

Volvimos a nuestro puerto de destino con la gratitud de haber vivido una experiencia inolvidable. En lo personal, pienso que nunca se vuelve el mismo después de un viaje, pues más allá de una desconexión es una reconexión con uno mismo. El concepto del viaje debería aplicarse a la vida como una práctica diaria, se trata de vivir cada día como si estuviésemos viajando: con apertura a novedades, con aprecio a lo que nos rodea, con creatividad para encontrar soluciones a los problemas, y sobre todo con la disposición de vivir el presente. Quizás el verdadero reto no es salir a viajar para vivir aventuras, sino vivir el día a día como una aventura en sí misma. Un viaje es como soñar despierto porque nos saca de nuestro mundo conocido, pero la realidad no tiene que estar condenada a la monotonía. Toda la energía que ponemos en un viaje, (traducida en atención, motivación, asombro, vitalidad, apertura y entusiasmo) puede canalizarse en la cotidianidad. La clave de esta “aventura de viajar” es ser capaces de vivir como un evento extraordinario la vida cotidiana y tratar de darle un giro a lo ordinario de los días para experimentar las cosas como si fuera la primera vez, tal como ocurre en un viaje.

En un astillero de Morelos se prepara el Galeón para próximas travesías…

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