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¡Mujer al agua!

Karime Díaz

Incluso cuando por mucho tiempo sostuve que sería bióloga marina, mi miedo a la profundidad del océano es casi tan profundo como el océano mismo. Tengo un miedo irracional al abismo. Este miedo se me disparó un día que, en Veracruz, crucé en nado libre un cenote que me hizo darme cuenta de lo extraordinariamente profundo que pueden ser las entrañas marinas de la tierra. El punto más profundo que se ha documentado se calcula en más de 11 mil metros, ningún humano o máquina han logrado descender tanto, debido a la gran presión de los miles de toneladas de agua. Aun así, siempre está en mi ese anhelo de descubrir lo maravilloso que puede esconderse en el mar, aunque sea a poquitos metros, como en un arrecife, pero la verdad, es que no soy tan valiente.

El 21 de julio se celebró en todo el mundo el día de la mujer buceadora, debido a que aún existe una gran brecha de género y las mujeres todavía somos minoría en buceo. A pesar de que hay registros de esta actividad incluso Antes de Cristo, y que en 1826 se patentó el primer casco de buceo, no fue hasta 1940 (y tantos) que se reconoció a la primera mujer buceadora.

Parece muy interesante que incluso hasta la fecha, varios sitios de internet deciden destacar de ella su físico y su belleza incomparable “la mujer más bella que logró aparecer en las revistas de deportes”. No, ser bonita, ni salir en las revistas de hombres, fue su más grande logro.

Zale Parry fue una pionera en el buceo. Nacida en Filadelfia, Pensilvania, Parry comenzó a bucear a los 18 años. En 1943, se convirtió en la primera mujer en recibir su certificación de instructora de buceo de la Asociación Americana de Instructores de Buceo (PADI). Su buceo era científico y junto con su compañero, socio y esposo Parry Buvens, desarrollaron y comercializaron la primera cámara hiperbárica civil. Este artefacto se utiliza para tratar una condición que puede ocurrir cuando un buceador sube a la superficie del agua demasiado rápido. El nitrógeno en la sangre no tiene tiempo de liberarse y puede formar burbujas en los tejidos del cuerpo. Esto puede causar una variedad de síntomas, incluyendo dolor, parálisis y, en casos graves, la muerte.

Además de eso, en 1954, Parry estableció un récord de profundidad femenino a casi 64 metros y se detuvo, porque llegó al fondo, quizá podía bajar más. Fue una defensora incansable del buceo seguro y recreativo. También fue una pionera en el buceo técnico, desarrollando equipos para permitir explorar entornos más profundos y desafiantes.

Además, fue actriz, pero sus aptitudes artísticas fueron más allá. Hacía fotografía submarina y, de hecho, fue la primera mujer en dirigir la Sociedad Fotográfica U. Recibió varios premios de diversas instituciones y escribió sobre la historia humana del buceo.

Ella siempre promovió la participación de las mujeres en este deporte y reconocía a las mujeres que lograban, como ella, cosas extraordinarias bajo el agua. Fundó y promovió el salón de la fama de las mujeres buceadoras en el que ya suman 254 reconocidas en la lista.

Parry murió a la edad de 91 años. Sigue siendo una figura respetada en el mundo del buceo y su trabajo ha ayudado a hacer del buceo un pasatiempo seguro y popular para personas de todas las edades. Ella, como muchas nos inspiran a lograr lo que a veces no imaginamos.

*Comunicadora Independiente de Ciencia. Miembro de la Comunidad Mexicana de Periodistas de Ciencia.

Foto: vault.si.com

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