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Miguel A. Izquierdo Sánchez

A la UPN, tras 45 años de existencia, habiendo recibido todo ese tiempo trato de infante o adolescente, se le llega la hora de que la Federación le dé trato de adulta, con posibilidades de elegir a sus autoridades, tener un órgano democrático de representación de sus académicos y estudiantes en todas sus Sedes y Unidades, con capacidad de firmar contratos, ganarse sus centavos, extender recibos por servicios y sí, quitarse al SNTE de encima.

No son esos pocos beneficios, juntos, tras la Ley Orgánica que ha preparado el Senado de la República (tras consulta en la UPN) y que esperamos muy pronto sea publicada y puesta en acción. Será un organismo autónomo y descentralizado del Estado, esto es, recibirá como todas las demás autónomas por ley (UNAM; UAEM, UACM), subsidio federal, y puede recibir otros subsidios estatales y municipales. Entrará a las grandes ligas de las universidades con tal rango, con derecho a acceso a recursos que, por décadas, no han tenido las Unidades Regionales Estatales dependientes de educación básica, abandonadas a su suerte. ¡Ah cuántas veces lo demandamos sin ser escuchados!

En el caso de las Unidades Regionales, el proyecto de Ley Orgánica es muy claro: o se incorporan directamente a la UPN autónoma, o pierden el subsidio que actualmente reciben vía los Estados. Es el caso de la UPN Morelos. El Gobierno del Estado tiene opción: si dice NO a la incorporación por Ley a la UP nacional autónoma, deberá en adelante mantenerla con sus propios recursos, y encargarse de todo lo académico, ya sin los apoyos federales. En ese caso, perdería el adjetivo de nacional ¿Se atreverá a eso, cuando no le ha aportado en todos estos años más que migajas?

La elección de los directivos de las Unidades académicas y Sedes quedará a cargo del Consejo Universitario (mayoría calificada), mediante un proceso por determinar, pero con perfiles ya considerados en el proyecto de Ley Orgánica. Menciona también la creación de cuerpos colegiados, los que necesite el nuevo ente para realizar sus funciones en el marco de la Ley de Educación Superior mexicana.

En materia laboral, quedará en el ámbito del Apartado A de la Ley del Trabajo, lo que implica poder contar con relaciones bilaterales con un nuevo sindicato, libre de las cadenas del SNTE, que, de manera ambigua en unos casos, y directa en otros, dominó el escenario nacional en asuntos laborales, y en un principio, académicos. ¡Fuera manos del SNTE en la UPN!, ha sido consigna de miles de nosotros por tantos años. El maridaje que cultivó con autoridades no tendrá más lugar. Por lo mismo, habremos de crear un nuevo sindicato, representativo, democrático, como nos planteamos desde el año 1983, sin éxito, pero con claridad en las metas. Quienes dudan de las ventajas de contar con bilateralidad en las relaciones laborales universitarias, volteen a ver lo mucho que han avanzado la mayoría de los sindicatos en materia laboral, contra cero avance en el caso de la abrumadora mayoría de Unidades Regionales de la UPN, de hecho, han enfrentado retrocesos.

Sus académicos podrán nuevamente gozar el derecho a la reclasificación de sus plazas dictaminadas, derecho conculcado en Morelos por más de diez años. Sus administrativos en principio podrán acceder a un nuevo sistema de estímulos.

En materia presupuestal, finalmente sabremos el presupuesto de la UPN, escondido también por décadas en la maraña burocrática, secreto de funcionarios que la han administrado sin rendir cuentas. La nueva UPN tendrá patrimonio propio, acopiando el conseguido hasta ahora en las Unidades Regionales, y podrá hacerse de más recursos dando servicios educativos a entidades públicas y privadas, dentro y fuera del país.

Sí, estamos en la antesala de una nueva universidad, autónoma, con más capacidades para servir a todas las entidades federativas, con alas desplegadas, sin más contención que las propias energías acumuladas y con la inventiva de nuevas generaciones de estudiantes y académicos/as. Estemos listos para darle la bienvenida.

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