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CAMPAÑA

Hélène BLOCQUAUX*

La psicóloga irrumpió en la sala de espera repartiendo disculpas amplias y desordenadas a los presentes. Manuela, su secretaria, señaló con la mano izquierda a los dos pacientes ya instalados adentro de su consultorio, un tanto alterados por el retraso de más de una hora. “Les ofrecí un refresco, pero se ofendieron cuando les pedí que destaparan ellos sus botellas porque mi mano derecha todavía está lastimada”, comentó Manuela. Mientras Andrea tomaba asiento y recuperaba el aliento, comentó con frases cortas las razones de su llegada tardía a la cita: “les pido una disculpa porque hoy llevé mi coche al taller así que me regresé en metro y resulta que entre Olivos y Tezonco de la línea 12, bueno, cómo les cuento…” Andrea no pudo seguir platicando su anécdota porque el hombre y la mujer enfrente suyo se sobresaltaron al unísono, poniéndose ambos a la defensiva. sin más Marcela le dijo a Claudio que él había huido a París después de la catástrofe. Andrea intervino para calmarlos: “no estoy aquí para juzgarlos ni para fincar responsabilidades, de eso se encargaron los medios de comunicación y la justicia hace dos años; no, aquí en nuestra primera sesión vamos a abordar el tema de la honestidad política y, sobre todo, ver cómo evadir la automentira”. Pero Claudio seguía sentido por el comentario ofensivo de su compañera y argumentó que no se trataba de ninguna escapatoria sino de un simple viaje, planeado, de negocios. Entonces Andrea habló con voz más firme: “bueno, vamos a establecer reglas estrictas para poder llevar a cabo la terapia que me solicitaron”. Marcela se inconformó: “yo acepté participar en una junta no convencional, pero me rehúso a ser tratada como una paciente. Yo no tengo problemas para dormir, me voy a casar con mi amor de la universidad, bueno en eso quedamos el año pasado, la gente me quiere y en cuanto a mi futuro, parece que luce, más que prometedor”. Andrea calzó sus lentes y recorrió de prisa varios datos en sus documentos para retar a Marcela: “Alguien perderá la contienda, entre los dos candida… perdón coordinado… bueno, entre los cuatro, aunque nada más acudieron ustedes. El motivo de su presencia el día de hoy es para saber si van a comprometerse A mantener un nivel alto tanto en su comunicación como en sus actos durante la campaña”.

Marcela, completamente desconcertada por el giro que estaba tomando la plática manifestó su desacuerdo: “A ver Claudio, tú te atreviste a organizar semejante disparate de junta, ¿en serio crees que tiene sentido?” y mirando a Andrea: “qué tipo de terapeuta es usted ¿o será más bien abogada?” La mujer resistió a los ataques verbales con calma y les presentó un texto para leer. “Mi propósito es ofrecerles una tregua preventiva por el bien de sus seguidores que no quieren ser defraudados. En estas cuatro hojas podrán ver que se mencionan los puntos esenciales” explicó Andrea con una voz que se tornaba melosa. Marcela y Claudio leyeron el escrito con detenimiento; sacaron sus plumas para firmarlo, pero el gesto quedó en suspenso al ver que la firma del otro ya se encontraba puesta, de antemano, en su respectivo ejemplar del documento.

Nota: Los sucesos y personajes retratados en esta historia son ficticios. Cualquier parecido con personas vivas o muertas, o con hechos actuales, del pasado o del futuro es coincidencia, o tal vez no tanto. Lo único cierto es que no existe manera de saberlo y que además no tiene la menor importancia. Creer o no creer es responsabilidad de los lectores.

*Escritora, guionista y académica de la UAEM

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