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¿Podemos evitar que los mexicanos tomen muchos medicamentos?

Ofelia Poblano Verástegui, Arturo C. Bautista Morales, Omar Acosta Ruiz,

Patricia María Gómez Cortez, Pedro Saturno Hernández*

Cuando los pacientes usan múltiples medicamentos se produce una situación llamada “polifarmacia”, la cual constituye un problema de calidad en el sistema de atención a la salud. La polifarmacia se presenta en casi todos los países, y generalmente se asocia a fallas en la calidad de la atención médica y en la seguridad del paciente, especialmente en la de las personas mayores.

La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), cuenta con una pregunta que ayuda a determinar la polifarmacia: “¿Cuántos medicamentos le recetaron en la consulta?”. Las personas que señalaron cinco o más medicamentos fueron consideradas como pacientes con polifarmacia, y a partir de ello se observó que a los mexicanos se les recetan muchos medicamentos, algunos innecesarios. Generalmente se considera que hay polifarmacia cuando al paciente se le prescriben más de cinco medicamentos; sin embargo, el médico tendrá la última opinión con base en la enfermedad que aqueje a la persona, siempre que se justifique su uso y que el beneficio sea mayor que el riesgo.

La frecuencia de recetas con más de cinco medicamentos entre los mexicanos de 18 a 64 años es de 15.5%, y entre los de 65 y más años, de 26.5%. Cuando acuden al médico, 67% de las personas mayores reciben una receta con 2.7 medicamentos en promedio. Las personas con mayor riesgo de tomar más de cinco medicamentos tienen enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión y enfermedades del corazón; cuentan con seguridad social y son atendidos en el sistema público de salud, además de tener escolaridad básica. Cabe aclarar que no se encontraron diferencias entre hombres y mujeres, ni entre las zonas rurales y las urbanas.

Se encontró que las personas mayores de 80 años tienen el consumo más alto de medicamentos, más de 10 al día. A los medicamentos recetados hay que agregar los que se compran libremente y que generalmente no son prescritos por los profesionales de la salud, pero que son de consumo común en las familias, ya sea por tradición o por recomendación de familiares o amigos.

La forma en que se recetan medicamentos en México frecuentemente conlleva riesgos para los adultos mayores. Hay algunos fármacos que provocan más daño que beneficio entre los mayores de 65 años. En estudios realizados por el INSP se encontró que algunos de esos medicamentos ―que, cuando son recetados a personas mayores, se emplea el concepto “prescripción potencialmente inapropiada” (PPI)― se usan con bastante frecuencia en los servicios de salud en México. Existen guías que permiten al profesional de la salud conocer cuáles medicamentos deben recetarse con cuidado a las personas mayores; sin embargo, se observó que no se siguen estos lineamientos.

Tomando como referencia las tres guías existentes para evitar la prescripción inadecuada en personas mayores, la frecuencia de medicamentos inadecuados en las recetas es de 59 a 74%. Los medicamentos PPI que se encontraron con mayor frecuencia fueron los antiinflamatorios no esteroideos; entre los más comunes están la aspirina, el ibuprofeno, el ketoprofeno y el naproxeno. También se registraron vasodilatadores como el losartán, el captopril y enalapril, que se utilizan para la hipertensión arterial, y sulfonilureas como la glibenclamida, para la diabetes.

El problema de recetar de forma inadecuada es complejo; depende no sólo del profesional de salud (regularmente del área médica), sino también de la existencia de medicamentos en los servicios públicos de salud y de la valoración que haga el profesional para elegir entre una determinada prescripción, aunque ocasione un poco de problemas, por un lado, y no recetar ningún medicamento, por el otro.

Por eso mismo, el problema no se puede resolver únicamente con una sola acción; se requiere de estrategias combinadas que permitan abordar los diferentes problemas asociados con la prescripción inadecuada. Es necesario mejorar la formación de los médicos y profesionales de la salud, en especial de los que se encuentran en los centros de salud donde mensualmente acuden los pacientes con enfermedades crónicas, quienes están en riesgo de que se les den demasiados medicamentos y de que alguno de éstos sea definitivamente inadecuado para su edad.

También se necesita que el sistema de salud acepte que tiene problemas para atender a personas mayores y para proveer medicamentos ―aunque probablemente más costosos―que conlleven menos riesgos.

Y, finalmente, la estrategia de educación debe incluir a las personas que tienen padecimientos crónicos, y en especial si son mayores de edad, para que ellas se conviertan en vigilantes y corresponsables de su tratamiento.

*Especialistas en salud pública. Invitados por el Dr. Eduardo C. Lazcano Ponce.

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