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Roberto Abe Camil*

El pasado 15 de julio se recordó a Don Antonio Riva Palacio López en su aniversario luctuoso, la clase política local, su familia, amigos y antiguos colaboradores se dieron cita para rememorar a un actor de primer orden en la historia reciente de Morelos. Destacaron sus distintas facetas como gobernador, diplomático, legislador, político, jurista y sobre todo como orgulloso morelense. En tiempos donde la identidad local suele flaquear, siempre será oportuno preservar el legado de hombres como Don Antonio, sin embargo, estos homenajes nunca estarán completos sin tener presente a Macaria Than Clemente, su esposa y compañera por 45 años. Formaron una familia envidiable, siendo padres de Antonio que fue abogado, murió prematuramente y Carlos, abogado también y con presencia en la administración pública.

A Macaria muchos la recordamos cariñosamente como Cayita, fue una morelense excepcional que nació en Villa Flores, capital de la región Chiapaneca de la Frailesca. Cayita desde muy joven mostró además de su avezada inteligencia ser una mujer adelantada a su tiempo, no se resignó a los roles tradicionalmente destinados a las muchachas del sureste mexicano y emprendió el vuelo a la Ciudad de México, se matriculó en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, donde forjó su destino cuando conoció al futuro abogado Antonio Riva Palacio. Fue la primera esposa de un gobernador de Morelos que tuvo estudios universitarios.

Pronto Cayita se transformó en una magnifica esposa y madre, y en el más firme sostén de Don Antonio, caminó a su lado pavimentando una historia de éxito. Se reveló como una mujer firme sí, pero con inmensa calidad humana, una bonhomía que la hizo dueña de una enorme sonrisa y un sentido social que sigue siendo un referente de servicio a favor de la causas más justas y apremiantes de Morelos. Sus amigos la recuerdan como una dama de impecable trato, y en una provincia como la nuestra, tan sembrada de egos y protagonismos, Cayita buscó precisamente lo opuesto, dar prioridad al trabajo y a los resultados, no a los reflectores.

Al asumir Don Antonio la gubernatura en 1988, Cayita se puso manos a la obra desde el primer instante, mutó el privilegio de ser una primera dama de ornato para encabezar el colosal proyecto del Sistema DIF Estatal, su agenda fue tan intensa como la de su marido, pero siempre respetuosa y sin invadir ámbitos que no le correspondieron. Recorrió el estado en incontables ocasiones, aquí se valió de la ayuda de su nuera Lourdes Lavín, esposa de su hijo Carlos.

Preocupada por los menos favorecidos y particularmente los más vulnerables, con enorme visión promovió y puso en operación obras como la Casa de Día en Cuernavaca y los Centros de Rehabilitación de Cuernavaca, Cuautla y Jojutla. La cultura y la identidad también fueron una preocupación que atendió firmemente, apoyó decididamente la notable labor del Instituto de Cultura de Morelos, la difusión del estado con magnificas publicaciones y obras editoriales, así como al Consejo Estatal Adopte Una Obra de Arte, no en vano Morelos fue el segundo estado de la república que se adhirió al programa Adopte una Obra de Arte. Su compromiso con la identidad de su tierra adoptiva fue tal, que nadie como ella ha impulsado tanto que se cantara la Marcha Morelense, hoy en el olvido.

En 1994, previo al cambio de administración estatal, Cayita publicó una memoria de sus seis años de trabajo al frente del DIF Morelos, una crónica que dio cuenta de su titánica labor y donde sobresalió su obra cumbre, el Hospital del Niño Morelense, al cual como reconocimiento le fue impuesto su nombre.

Cayita no solo fue la mejor embajadora de Morelos, también lo supo ser de México en el Ecuador, al concluir su mandato, Don Antonio se hizo cargo de nuestra embajada en Quito. Ahí los Riva Palacio Than nos representaron con enorme dignidad siendo muy queridos por el cuerpo diplomático y la sociedad ecuatoriana. Cayita pudo darse tiempo de disfrutar museos como el de Guayasamin y los tesoros virreinales y de arte sacro de la Escuela Quiteña. Concluido el encargo diplomático, volvieron a México, lamentablemente Cayita falleció poco después el 15 de marzo de 1999.

Con la llegada del nuevo régimen a Morelos en el año 2000, se le retiro el nombre de Macaria Than al Hospital del Niño Morelense, bajo el estaliniano argumento de que Cayita perteneció a otro régimen. Un elemental acto de reivindicación y justicia será devolver el nombre original al Hospital del Niño Morelense, pues como dijo José Martí: Honrar, Honra.

FE DE ERRATAS: En mi anterior entrega, al mencionar los presuntos abusos en el valle de Atongo en Tepoztlán, consigné que la mencionada cruz fue removida a la acera de enfrente, lo cual es incorrecto. Me disculpo por el involuntario error.

*Escritor y Cronista Morelense

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