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Víctor Manuel González

El cuerpo humano es un reservorio de microbios. Invisibles a nuestros ojos, diversos aspectos de la salud y nutrición dependen de los microbios que nos habitan. Son tantos los microbios distribuidos en todas las áreas y órganos del cuerpo humano que parecen multitudes, según el divulgador científico Ed Yong. El conjunto de microbios residentes en el cuerpo humano, y en general en plantas y animales, se denomina microbioma.

Los microbios son organismos de una sola célula, de un tamaño de pocos cientos de micras. Se estima que la abundancia de microbios, calculada en un trillón de individuos, iguala o sobrepasa la cantidad de células del cuerpo humano. Aunque tal número es extraordinario, es aún más sorprendente que el microbioma podría sumar cien veces más la cantidad de genes del genoma humano, calculado en 30,000 genes. Esta paradoja ha motivado la sugerencia de algunos investigadores, que el microbioma es un órgano adicional de los seres humanos, y un genoma accesorio, con funciones complementarias para la fisiología humana. Parafraseando al filósofo español José Ortega y Gasset, podemos sintetizar nuestra relación con los microbios como “yo soy yo y mis microbios

Evidentemente, los procedimientos clásicos de la microbiología, como el aislamiento y cultivo de los microorganismos en una caja Petri y tubos de ensayo, se quedan cortos para identificar los millones de microbios del cuerpo humano. Para estudiar el microbioma humano se usa una técnica de genética molecular llamada metagenómica. Consiste en la purificación de todo el ácido desoxirribonucleico (ADN) microbiano contenido en muestras fecales, orina, aspiración pulmonar, o bien tomadas con hisopos en la cavidad oral, piel, oídos, y genitales. La secuenciación posterior del ADN descifra millones de segmentos correspondientes a los genes de los microbios presentes. Sorprendentemente, la vasta mayoría de los segmentos de ADN corresponde a microbios que no se han podido cultivar en un laboratorio, y son prácticamente desconocidos. Solamente una baja proporción del ADN metagenómico, calculada en el 1%, pertenece a bacterias, virus, hongos y protozoarios cultivados y caracterizados en más de un siglo de investigación microbiológica.

Al nacer, los seres humanos inmediatamente somos colonizados por los microorganismos de nuestra madre a través del parto y la lactancia. En la etapa temprana de la vida humana, el microbioma es responsable de la activación del sistema inmune, de la digestión y el metabolismo de la lecha materna y, del desarrollo neuronal. A lo largo de nuestra vida, las variaciones en la composición y abundancia del microbioma serán moduladas por factores genéticos como género y parentesco, y ambientales como la dieta, clima, edad, higiene, y ocupación. Cada individuo de la población alcanza a tener un microbioma único y dinámico, parecido a una huella digital.

Miles de años de evolución han afinado nuestra relación adaptativa con los microbios. El desbalance en la abundancia y composición de las especies en el microbioma correlaciona con el desarrollo de diversas enfermedades gastrointestinales, inflamación del colón, y enfermedades metabólicas como la obesidad y la diabetes. Las investigaciones recientes van encaminadas a la identificación, cultivo de bacterias, así como de los factores ecológicos determinantes en microbiomas considerados sanos comparados con microbiomas perturbados por diversas enfermedades. Eventualmente, estos estudios permitirán el uso efectivo de fármacos y antibióticos sin perturbar el microbioma, e intervenir en la modulación del microbioma en individuos con enfermedades crónicas, entre otras aplicaciones.

vgonzal@live.com

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