loader image

Miguel A. Izquierdo S.

Estos días, el reconocido fotógrafo radicado en Yautepec, Fernando Soto, ha publicado sendas fotos en tonos de blanco y negro, muy apreciadas, cuyo tema, propongo, es la lectoescritura. Ambas son parte de ambientes rurales (Hueyapan y Cuentepec), y como es su estilo, no están “posadas”, pues no solicita a sus personajes posar para él ni para nadie. Fernando busca y encuentra el momento justo para disparar atinadamente su cámara, llevando su mirada a miles y decenas de miles, que quieran ver con sus ojos las maravillas que nos propone.

En la primera foto que refiero, una niña de Cuentepec escribe sobre el quicio de una ventana, llamémosle su “escritorio”, de diez a veinte centímetros de ancho, con rostro feliz, concentrada, aprovechando la luz del día para hacer lo que ojalá sea más adelante su oficio. De entrada, ya nos reflejó esa luz que irradia desde su amplia frente, hasta este instante en que comento y ustedes la ven. Cierto, las condiciones materiales para avanzar en el complejo proceso de lectoescritura deben ser óptimas, pero las soluciones, en especial desde las infancias, se hacen sobre la marcha, a partir de las propias condiciones en los hogares, y recordemos, según se sientan cómodas y cómodos quienes escriben. Se nos viene también a la mente la imagen de un infante escribiendo o leyendo en el suelo, cualquier suelo, incluso por sentir el fresco.

Sigo imaginando a la madre de esta pequeña, allá desde el fogón, impulsándola a aprender, a leer y escribir, a hacer sus tareas, independientemente de si la propia madre lo sabe hacer: suele ser su gran cometido de vida, lo acostumbran a asumir, culturalmente. La niña necesita la luz y ahí la encuentra, inventando su espacio de escritura, que celebra con esta toma, Fernando Soto.

Por otra parte, la foto de un anciano leyendo sobre una banca de piedra en Hueyapan, nos deja la incógnita de su rostro, pero tras el bien delineado sombrero, adivinamos su concentración para leer un texto muy denso, gastado, pero no por eso menos útil. Él se entrega al encuentro con ese escrito, en plena calle, haciendo de sus piernas su atril, soporte corpóreo del libro. Si el bastón sostiene su cuerpo, la lectura sostiene su interés en la vida, dando ejemplo de atención concentrada, como la niña, en las palabras que lo comunican con alguien más, en el tiempo y en el espacio.

Mucho recomiendo a nuestros lectores, aproximarse a la obra fotográfica de Fernando Soto, con premios nacionales y locales, y con un espacio en facebook titulado Vida cotidiana, fotografía, en que podrán disfrutar de ella, y viajar con él.

Foto en blanco y negro de una persona sentada en una banca de madera

Descripción generada automáticamente con confianza baja

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *