loader image

La envejecida Web

Antulio Sánchez*

La red que hoy conocemos pasó por momentos bastante escabrosos, donde cuando moverse en ella era hacerlo en medio de piedras que impedían caminar con facilidad. Se puede decir que la década de los setenta fue la etapa de desbrozado, en donde uno andaba entre laderas y precipicios, entre zonas parecidas a pantanos, se trataba de conocer el terreno. Los ochenta, fueron caminos de terracería, que en ciertos momentos sufría de atascos, en donde se debía estar dispuesto a enlodarse al adentrarse en esos confines. En los noventa, llegó el chapopote y los otrora caminos de terracería se tornaron en autopistas, con zonas asfaltadas que trajeron a muchos turistas a conocer esas tierras infinitas.

Fue en esos años que caí por esas tierras de manera fortuita, llevado de la mano de necesidades editoriales y empecé a explorar esas comarcas, usando cosas como Archie, una rústica herramienta de exploración de archivos en internet, que permitía efectuar búsquedas de materiales en servidores FTP. También me topé con Gopher, otro pedestre servicio de acceso a documentos y archivos en servidores de internet. Sin embargo, una de las cosas que me atrapó fue toparme con los BBS, hubo uno en especial en Guadalajara en donde se daban cita varias personas interesadas en múltiples temas; a pesar de su rusticidad fue una comunidad vibrante al grado que llevó a varios que lo frecuentaba a treparse a la menor provocación en un autobús y acudir a reuniones-reventones que programaban los moderadores de algunos foros de discusión para que la gente se conociera personalmente y, de paso, meterse unos cuantos alcoholes.

La llegada de la World Wide Web en los años noventa, nos hizo pensar a varios que había llegado la herramienta definitiva. Poco tiempo fue suficiente para saber que estábamos errados porque internet es el campo de lo efímero y lo transitorio. Durante mi tercera década de vida la Web fue un elemento esencial, me hizo sentir que pertenecía a una zona en donde hallaba información, pero también entretenimiento, de lo que clamaba en ese momento y muchos otros que la usábamos, era el tiempo en donde podían salir amigos de la nada y solo era necesario con adentrarse en algún sitio y se podían hallar afinidades o gente que resultaba interesante. En mi caso incluso me permitió encontrar a mi actual pareja.

Luego llegó el social media y con ello se afianzaron las redes sociales. Muchos raudamente nos mudamos. Al inicio fueron una bocanada de aire fresco, la viva imagen de la apropiación de la red por parte de cualquier persona, fue una manera cómoda y eficaz de ponerse en contacto con amigos y familiares, de vincularse con colegas y conocer nuevas personas. Sin embargo, poco después eso cambió: algunas parcelas de las redes sociales parecían ser una selva furiosa, con animales salvajes que clavaban sus aguijones a la menor provocación, se dieron los gritos y los insultos, los desencuentros alentados por troles y difamaciones en algunos casos por mero divertimento en otros para descalificar posiciones, se propagó el malware y la extorsión se vistió de múltiples maneras para reproducirse.

A lo largo de la última del siglo XX muchas plataformas surgidas pocos años antes pasaron a mejor vida, otras nuevas surgieron en el nuevo siglo. Lo digital se fue convirtiendo en una poderosa industria capaz de influir en todos los aspectos de nuestras vidas, la proliferación de empresas y de innovadores, de emprendedores y pioneros, fueron rebasados y suplidos en la siguiente década. Esos mismos cambios que le imprimieron un cariz comercial radical a la red, también terminaron por afectar a la misma Web y las mismas plataformas se tornaron más voraces y funestas.

En Twitter (hoy convertida en una X a tono con las inclinaciones de un ególatra) sigue a pesar de que tiene por dueño a un nefasto que parece estar empeñado en aniquilarla. Meta que ha visto que su promocionado metaverso ha servido para puro sorbete, lanzó su microblogging Threads, que si en algo sobresale es por estar repleta de contenido de marca y autopromoción. La otrora alternativa Reddit hoy ha puesto a auténticos pitbulls entrenados para patear de ese sitio a los usuarios cuando se le da la gana. Por su parte Tumblr se lava las manos y deja a resguardo de los algoritmos las sugerencias de cómo expandir su audiencia, toma el camino de cerrar las compuertas a prácticas que en el pasado eran su sello distintivo. Todo se torna funesto: lo que antes sobresalió por su fertilidad, ahora se ha vuelto zona árida.

No se trata de decir que todo era «mejor» en el pasado. No es nostalgia. Se trata de darnos cuenta de que hoy florecen las zonas de exclusividad, que pululan, y no tienen nada que ver con la Web pública; hoy abundan como moscas auténticos atletas de la desinformación y los extremismos políticos se reproducen cual si fueran una plaga, predominan contenidos virales como espectros que no tienen el mínimo respeto por los creadores, lo único que vale es la rentabilidad que se lleva entre las patas las narrativas tramposas con las cuales surgieron las redes sociales.

Por eso no extraña que hoy se imponga los ecosistemas cerrados. Muchos usuarios se inclinan por el modelo comunitario sellado y/o autogestionario como la alternativa menos peor. Así las personas lo mismo conversan en WhatsApp o SnapChat, se arremolinan en Mastodon o se conectan a un servidor de Discord para escuchar sus podcasts favoritos. Pareciera que, a diferencia del pasado, ya no se trata de descubrir gente nueva, sino de estar con los conocidos, de buscar lugares «agradables» para charlar y, de paso, evitar los atropellos de la red abierta. Algunos usuarios de la vieja guardia parecen parodiar a Bob Dylan en su interés por la Web: «Solía importarme, pero las cosas han cambiado».

Pero esto se remonta a 2010, cuando los smartphones y las tabletas empezaron a popularizarse, con lo que las aplicaciones móviles se propagaron y la Web fue perdiendo fuerza. Las aplicaciones móviles al popularizarse se empezaron no solo a ver como la manera más cómoda de estar en internet, sino que se pasó a considerar que era la única manera de hacerlo. De esa forma, los dispositivos móviles han hecho que a mucha gente ya no le interese tener equipos de cómputo. Según Statista, en 2021, el tráfico móvil representaba el 54,2% del tráfico total de Internet y para 2025 se estima que alcanzará el 62,5% dejando a las Web en una situación marginal.

El auge de las aplicaciones móviles ha tenido un efecto en la industria del marketing: las empresas usan aplicaciones móviles para llegar a sus clientes de manera más personalizada. Al grado que el dogma hoy dice que las empresas que quieran tener éxito en el mundo digital deben tener una presencia móvil sólida, por lo que la Web ya no sirve para sus fines. Ante todo, esto que sucede ya no vale ni invocar el «Por favor, cierra los ojos», de Chul Han.

*@tulios41