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José Martínez Cruz y Marco Aurelio Palma Apodaca

Los derechos humanos y laborales deben ser defendidos frente a cualquier gobierno. Históricamente la clase trabajadora solamente se puede liberar a través de su propio proceso de autoorganización independiente y autónoma. Por más que se hayan logrado avances mediante la lucha, siempre habrá la posibilidad de que se den retrocesos y ataques a las conquistas alcanzadas. Si bien es cierto que existen sindicatos y organizaciones independientes y democráticas que están dando la lucha, como ocurre en Morelos con quienes integran el Pacto Morelos por la Soberanía Alimentaria y Energética y los Derechos de las y los Trabajadores, ha sido a través de la unidad y la solidaridad frente a las políticas neoliberales y privatizadoras de los gobiernos anteriores y, desafortunadamente, también contra el gobierno actual que ha realizado algunas reformas legales pero se niega a atender de fondo los demandas laborales y sindicales.

Por ello es por lo que consideramos relevante la convocatoria que ha lanzado la Nueva Central de Trabajadores en el sentido de llevar a cabo una Convención Nacional que se propone realizar los días 29 y 30 de septiembre de 2023. Compartimos los aspectos más relevantes de este llamado que llevaremos a las asambleas y reuniones que tenemos en Morelos.

Durante décadas, las y los trabajadores mexicanos del campo y la ciudad hemos luchado por alcanzar la democracia e independencia sindical en nuestro país. Innumerables luchas obreras y sindicales se han librado con este propósito en el siglo pasado y lo que va del presente. Ferrocarrileros, maestros, electricistas, mineros-metalúrgicos, jornaleros agrícolas, trabajadores de la industria, el comercio y los servicios públicos han desplegado sus mejores esfuerzos para alcanzar la libertad y democracia sindical, la contratación colectiva y la plena defensa de nuestros derechos humanos y laborales, sin que hasta a la fecha, hayamos alcanzado esta meta como clase trabajadora.

Históricamente ha predominado en nuestro país el sindicalismo charro-corporativo, blanco y de protección patronal, descaradamente antidemocrático y contrario a los principios e intereses de la clase trabajadora. Ante ellos, ha llegado la hora de que las y los trabajadores mexicanos contemos con una auténtica representación sindical que, frente a la clase patronal y los gobiernos en turno, asuma la noble tarea de velar por los intereses económicos y políticos de las y los trabajadores mexicanos.

A lo largo de todo el período neoliberal hemos enfrentado la constante precarización del trabajo y la falta de una auténtica representación sindical efectiva que asuma la defensa de la clase trabajadora. Según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), durante el primer trimestre de 2023 en México, 37.7 por ciento de la población no pudo comprar una canasta alimentaria con el ingreso laboral, lo que equivale a 48.6 millones de personas. Para la población que cobra una pensión desvinculada del salario mínimo la situación empeora. Es decir, no obstante, algunos cambios o avances que trajo el cambio de gobierno, como el incremento de los salarios mínimos, los salarios profesionales y contractuales han seguido estancados y en general estamos muy lejos de que la clase trabajadora haya recuperado su poder adquisitivo y salido de la precariedad. Esta situación se recrudece en el campo mexicano, donde prevalece una política de abandono con la constante violación de los derechos de los trabajadores agrícolas y los pequeños propietarios sumidos en la pobreza. En este entorno, las trabajadoras siguen siendo las más vulnerables, con los trabajos peor pagados, sin estabilidad laboral, ni seguridad social, ya que ocupan un porcentaje importante en la informalidad, lo que les impide sindicalizarse, actualmente la brecha salarial se eleva a un 14% a nivel nacional.

El neoliberalismo sigue presente en muchas esferas del mundo del trabajo y de la economía. La unidad del sindicalismo independiente, los trabajadores agrícolas y el cooperativismo debería ser la conclusión lógica para fortalecerse en esta coyuntura, pero no se termina de dar ese paso. Es el tiempo de que las cosas cambien. Es momento de unir nuestras fuerzas y trabajar juntos para impulsar un cambio real. Poner nuestras coincidencias por encima de nuestras diferencias, al menos en el nivel que sea posible.  Deseamos establecer un diálogo abierto y constructivo entre trabajadoras y trabajadores que nos permita abordar la problemática común, para formular una agenda política propia, con una plataforma de demandas y un plan de acción, que apunte a la necesaria reorganización democrática, la unidad y la solidaridad. Es decir, un espacio de encuentro y acción del sindicalismo independiente, trabajadores y trabajadoras del campo y la ciudad en lucha, y las y los cooperativistas. Construyamos desde ya el camino hacia la Convención Nacional Democrática de las y los Trabajadores.