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LU SCHAFFER

“Para qué desconfiar de algo tan leal como la muerte…”

El escritor José Luis Gómez sufrió un accidente y se encuentra en estado de coma. Se me llenaron los ojos de lágrimas cuando leí la noticia. Así sabes que alguien hizo bien su trabajo; no lo conoces, pero duele enterarse de su mal estado porque, desde que leíste los primeros renglones de su libro Los niños del Trópico de Cáncer *, tuviste la certeza de que te encontrabas ante algo diferente. Una novela que cambiaría tu manera de leer y escribir.

“Buenas tardes, violincito andariego. Guitarrita tonta. Jarrito cervecero… Podría también decirte botellita indecente, pero no te lo digo. La saliva es el agua del destino y sólo los ineptos la malgastan…. Mejor explícame qué brisas te trajeron por Galnárez. Estos paramentos son para troncos anchos y tú eres cascarita. Fragancia inoportuna. Migaja de varón, astilla de hombre…”

Acercarte a su novela es leer uno de los poemas más largos y tristes del mundo; la canción de los niños pistoleros, huérfanos de la violencia y del narco en Tamaulipas, que se agruparon en el monte para defender a la población a mano armada, en la región que fue designada como la más peligrosa del mundo en 2012.

Entre los niños que se oponen al hampa sobresale la Virgen, un adolescente, líder de La Banda de los Corazones, que despierta la curiosidad de la población debido a su sensualidad andrógina. Los murmullos corren por la sierra, algunos dicen que la Virgen es hermafrodita, otros aseguran que no tiene órganos sexuales, algunos asumen que se trata de un afeminado que se inyectó aceite en el pecho para atraer a los hombres.

La Virgen es el único que no se preocupa por los rumores. Es un excelente pistolero que enfrenta a los sicarios más peligrosos y a los oficiales del ejército afiliados al hampa. Decenas de niños siguen sus órdenes, todos ellos sobrevivientes de un campo de concentración que el narco construyó en el monte para traficar infantes.

La Virgen es el personaje más enigmático de la región, despierta el odio y el deseo de sus enemigos, nadie puede creer que ese breve adolescente sea un asesino temible. Es él, junto con La Banda de los Corazones, quien esparce el mal ejemplo de oponerse al hampa.

Al lado de las escenas de sangre, la sexualidad es otra marea roja que atraviesa este libro; el erotismo crudo, las violaciones, los niños que descubren el mundo de los adultos a una corta edad y, sobre todo, la misteriosa sensualidad de la Virgen que se enamora de Gabino Espejo, su mejor amigo.

En medio de las crudas escenas sexuales, encontramos la inocencia del amor entre la Virgen y Gabino. No saben qué hacer con la atracción que ambos fingen ignorar. Crecieron en un lugar donde los sentimientos son considerados lápidas estorbosas, mientras que el sexo se ostenta como medalla. Además, Gabino no es gay, no puede entender por qué está tan obsesionado con su compañero de guerra. Buscará siempre justificar el deseo y minimizar el amor.

Esta novela de ficción retrata dolorosas realidades; la supuesta “guerra contra el narco” en el Norte del país (que más bien resultó ser una guerra contra algunos jefes del narco para dar poder a otros líderes del hampa), el deterioro del tejido social a partir de la violencia, la forma en que los niños sicarios son utilizados como artículos desechables, y otros elementos que convierten a esta historia en una llaga de América Latina.

“En la cúspide de la delincuencia… estaban los chivos del mal, los zopilotes grandes, los todopoderosos, ésos que no se veían porque permanecían ocultos tras las cortinas del poder. Eran los grandes beneficiarios del delito y como dueños de la infraestructura criminal regían sobre todos los hampones… Algunos de ellos, hombres públicos, se mostraban ante los cámaras vestidos de corbata. Nunca fueron objeto de persecución…”

Los niños del Trópico de Cáncer fue finalista del I Premio Letras Libres de Novela 2012 y, tal vez, uno de sus rasgos más inolvidables es el uso de un lenguaje poético para describir el sangriento inframundo de los vivos. Cada risa y cada muerto tienen su propia forma de narrarse. Las palabras que brotan del cadáver de un capo son diferentes a las que se elevan desde el cuerpo de un niño asesinado.

El autor José Luis Gómez tiene una larga carrera musical, algunas de sus composiciones fueron interpretadas por Antonio Aguilar, Vicente Fernández, Los Temerarios, Los Mier y Bronco. Esa faceta de su vida brilla en este libro, donde el ritmo y la musicalidad resuenen en cada párrafo, empujando a los lectores fuera de su zona de confort.

“Si hubiera sabido hablar bonito, le habría dicho: y te construyo un templo y te siembro dos lirios y te compro los astros y te ofrezco un guijarro. Palma de los atardeceres, peón de la distancia. Reinarás en el polen de este huerto extraviado…”

*Los niños del Trópico de Cáncer

295 pp. México: Joaquín Mortiz, 2013

José Luis Gómez (Tamaulipas, México, 1940)