loader image

Algunos años antes del COVID-19, el VIH fue la enfermedad que causó mayor paranoia en la humanidad, tanta que hasta algunos consideraron que era una señal del final de los tiempos, más o menos como sucedió con la reciente pandemia.

El Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) se identificó por primera vez en la década de 1980 y causó una crisis de salud global. Ataca el sistema inmunológico del cuerpo humano, debilitándolo y reduciendo su capacidad para combatir infecciones y enfermedades. El VIH pertenece a la familia de los retrovirus y puede llevar a la enfermedad conocida como Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), en etapas avanzadas de la infección.

Primero se reportaron “casos inusuales” de neumonía y cáncer de piel en hombres homosexuales en Los Ángeles y Nueva York; en 1981 se logró la identificación del virus, pero fue en 1983 cuando los investigadores aislaron y caracterizaron el virus responsable de debilitar el sistema inmunológico y lo bautizaron como VIH. Fueron años de temor y alrededor de la enfermedad se tejió una espesa red de suposiciones dignas de la Edad Media.

A pesar de que en la misma década de 1980 se introdujeron los primeros tratamientos antirretrovirales (ARV) para controlar la replicación del VIH en el cuerpo —los cuales, si bien no curaban la infección, sí ayudaron a prolongar y mejorar la calidad de vida de las personas enfermas—, tuvo que pasar bastante tiempo hasta que se aceptara popularmente que no era un padecimiento exclusivo de un sector de población y, aunque la medicina ha avanzado muchísimo en estos cuarenta años, se sabe que lo mejor para prevenir esta y otras enfermedades como el COVID-19, es la prevención y la adopción de hábitos personales y comunitarios.

Las enfermedades que han marcado a la humanidad por su potencial de letalidad ameritan ser respetadas y conocidas por las nuevas generaciones, que deberían estar preparadas para nuevos brotes y prevenirse contra supercherías conspirativas, como las que han dinamitado campañas de vacunación en diversos países ocasionando que enfermedades “erradicadas” como la viruela y la polio, regresen más peligrosas que nunca.

Por eso resulta preocupante que algunos consideren que una enfermedad como el VIH, causante de más de 36 millones de muertes en el mundo hasta hace un par de años, ya haya pasado de moda y crean que ya no hay necesidad de preocuparse por ella, como acusa el Observatorio Ciudadano de Derechos Humanos y Diversidad Sexual en Morelos.

Según el Observatorio, por la falta de operatividad en Morelos de medidas y campañas de prevención contra el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual, todas esas tareas serán asumidas por la federación, sin una visión local de la magnitud del problema y de la idiosincrasia de su población.

Una enfermedad que afecta actualmente a 39 millones de personas y de la que, tan solo en 2022, se enfermaron 1.3 millones en el mundo, según la ONU-SIDA, está lejos de ser inofensiva.

En Morelos, el VIH presenta un repunte desde hace un par de años: de acuerdo con información de la Secretaría de Salud, la incidencia en nuestro estado aumentó del 15.5 al 19.2 por ciento entre 2020 y 2022, lo que demuestra que, aunque los problemas crezcan, las políticas que imperan son la indiferencia y resbalar a la federación cualquier responsabilidad.

La gran lección a la humanidad es que hay que compartir el mundo con virus y bacterias que siempre estarán ahí, listas para recordarlo en forma de muertes y vidas irremediablemente afectadas, como ha sucedido con la viruela y la polio en pleno siglo XXI.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *