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Muertes violentas con “intención no determinada”

Héctor H. Hernández Bringas*

La violencia que se vive en el país y en el estado, tiene un indicador que normalmente no es tomado en cuenta: existe una serie de muertes de las que, siendo violentas, se desconoce su intencionalidad, o al menos así son reportadas por las estadísticas oficiales. Se desconoce si fueron resultado de un homicidio, un suicidio o un accidente. Según la estadística, son muertes resultantes de “eventos con intención no determinada” (EIND). Ocurre que los certificados de defunción que dan fe de estos decesos, y en los que se basa la estadística, no establecen la intencionalidad que las produce.

Es curioso (o más bien preocupante) observar que este tipo de defunciones violentas tiene una tendencia muy similar a la que se observa en el caso de los homicidios: si estos se incrementan, también lo hacen las muertes violentas con intención no determinada como queda de manifiesto en la gráfica.

Fuente: INEGI. Datos abiertos. Mortalidad

Por el contrario, la evolución de estos eventos no es similar a las que registran otras muertes violentas como los homicidios y suicidios. Es decir, partiendo de un criterio estrictamente estadístico, es altamente probable que estos eventos estén encubriendo homicidios. La información que conocemos sobre asesinatos esconde una parte importante de la complejidad del problema: a las decenas de miles de desapariciones de personas que lamentablemente están muertas pero que no se registran, habría que agregar estos eventos de intención desconocida, muchos de los cuales esconden homicidios.

Las cifras no son menores: las muertes resultantes de EIND en el país, representan, en 2021, el 13% de los homicidios, y el 57% de los suicidios.

En 2021, último año del que se cuenta con información actualizada sobre acusas de muerte, en Morelos las muertes violentas resultantes de eventos con Intención no determinada rompieron récord: 215 decesos en esa categoría. Si fueran homicidios, la cifra de estos se elevaría en 18%. Asimismo, es de hacer notar que la cifra es 70% mayor a la de los suicidios en la entidad.

Tal es un indicador más de como los niveles de violencia en el estado de Morelos rompen récord en los últimos años. La cuestión es si la frenética lucha por el poder que hemos empezado a ver traerá consigo propuestas para pacificar esta sufrida entidad. Eso está por verse, aunque lamentablemente lo dudamos. Cada vez más personas mueren violentamente, y en muchos casos ni siquiera se precisa la intencionalidad de esa violencia homicida. No le demos vueltas: el tipo de muertes que aquí describimos es un intento más de maquillar un poco la gravedad del problema que vivimos. Nuestros ministerios públicos parecen esforzarse en esa labor.

*Investigador del CRIM/UNAM en Morelos

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