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El Centro Federal de Readaptación Social Femenil No. 16 en Michapa, Coatlán del Río, se ha convertido en un lugar temible, no solo por lo que representa un presidio para cualquier persona, sino porque hay evidencias de que las internas corren peligro de muerte en su interior. Y no es exageración: en menos de un mes se han encontrado los cuerpos de tres mujeres que, presumiblemente, decidieron suicidarse de la misma forma ante la supuesta vigilancia del personal.

A mediados del mes pasado, en la celda seis del pabellón uno, módulo dos, se encontró colgada una de las internas en circunstancias confusas pues, a pesar de que las autoridades no suelen dar explicaciones detalladas, se supo que encontraron en la celda una sábana manchada de sangre; el 2 de agosto fue encontrada la segunda interna ahorcada en su celda y, ayer, la tercera, también suspendida sin vida en su celda. En 2021 y en 2022 también hubo supuestos suicidios de internas en sus celdas, una por cada año

La historia negra del CEFERESO No. 16 inició hace ya algunos años. Sin ir muy lejos, el 10 de mayo del 2019 un autobús que transportaba personal del Centro fue atacado a balazos, dejando como saldo cuatro personas sin vida y cuatro lesionados y el año pasado, en octubre, se intoxicaron gravemente 400 personas, tanto internas como personal.

Las reclusas de este centro están vinculadas con delitos federales como secuestro, narcotráfico, narcomenudeo y delincuencia organizada. Entre sus internas están integrantes y líderes de células criminales ligadas al narcotráfico, como Rosalinda “N”, esposa de Nemesio Oseguera, alias “El Mencho”, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), acusada de narcotráfico, lavado de dinero, asociación ilícita y ligada a operaciones financieras de la delincuencia organizada. Ahí también se encuentran algunas “cocineras” de “El Chapo” Guzmán.

La vida debe ser muy difícil al interior de ese CEFERESO, que, como el resto de los penales en el país, son evaluados sistemáticamente por organismos como la Comisión Nacional de Derechos Humanos que, apenas en el mes de marzo, detectó diversas irregularidades, aunque ninguna distinta a lo que sucede en otros centros de detención similares.

La CNDH identificó, entre las violaciones más graves en el CEFERESO 16, prácticas de aislamiento y encierro prolongado, que pueden traducirse en actos de tortura que podrían llevar a conductas suicidas. Las internas solo pueden hablar con la gente del exterior por diez minutos cada semana. Este año, el Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura (MNPT) de la propia CNDH le otorgó el dudoso honor de encabezar la lista del mayor número de internas con tendencias suicidas: 161, 35 de ellas presentan casos de gravedad. La autolesión es común ahí.

Otra observación de la Comisión es la falta de personal en el Centro y si son insuficientes las guardias, que deberían vigilar y cuidar a las internas, el personal médico es todavía más escaso y los especialistas -como psiquiatras, por ejemplo-, un sueño.

En efecto, la vida en el CEFERESO 16 de Michapa, en Coatlán del Río, debe ser algo difícil de soportar y, a la violencia en su interior, las condiciones a las que están sujetas las internas lo debe hacer un sitio intolerable y así nadie se va a “readaptar socialmente”. Los reclusorios no deberían ser sitios de venganza social ni de descuido oficial. Son un mal necesario que nosotros podríamos estar consolidando como una fábrica de criminales y enfermos mentales.

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