(Parte 2 y última)
Jaime Chabaud Magnus
Compartí en mi columna anterior, hace dos semanas, una reflexión sobre el Festival Internacional de Teatro El Gesto Noble, en Colombia y cómo a nivel de apropiación social ha sido tan importante para la pequeña población de Carmen del Viboral. Hoy es considerado en este país como uno de los festivales más importantes en su ramo luego de 30 años de existencia. Pero además, oh sorpresa, fue generando desarrollo económico. De pronto creció la programación en grupos nacionales e internacionales y eso atraía turismo. La Casa de la Cultura se fundó e instaló también un espacio escénico sumándose al independiente Teatro Tespys. Además Tespys devino en semillero no sólo para que otros grupos se construyeran en las esporádicas diásporas sino que provocó que se abrieran nuevas Salas de Teatro y hoy son seis. Eso en un municipio que parece ridículamente pequeño, similar a nuestro Tlaltizapán de Zapata donde no hay nada, aunque haya edificios que se presumen de culturales y se le nombre Pueblo Mágico.
Pero Teatro Tespys y Festival Internacional de Teatro El Gesto Noble detonaron el rescate de una tradición en peligro de extinción: la alfarería y la volvieron a catapultar como parte del orgullo de su municipio con la consecuente derrama económica. Se abrieron escuelas de música y pintura, así como otros festivales de teatro local, de música, de cine. El flujo de visitantes a Carmen del Viboral por toda esta suma de buenas prácticas obligó a la aparición de hoteles que antes eran inexistentes y a la multiplicación de restaurantes y otros servicios asociados. Es increíble pero cierto, demostrable, documentable, que un Festival cambió el rostro de una población azotada por la violencia, por la guerra. Al grado de que en los días del Festival se paraliza la actividad cotidiana para que sus conciudadanos puedan volcarse en asistir a las obras de teatro.
Como cada año, el Festival abre con un Carnaval que estuvo compuesto por 36 comparsas de todas las regiones del país anfitrión: 1,905 personas entre niños, adultos mayores, personas con discapacidad y artistas jóvenes y adultos que asumen disfraces y rutinas circenses y otras varias para un recorrido de 7 kilómetros que termina en el Parque (plaza) principal. Asistió un promedio de 30,000 espectadores que se involucran activamente volviendo la tarde y la noche de inauguración en una locura formidable, respetuosa y que honra la vida. ¡Qué diferencia con nuestros carnavales y bailes del chinelo más atravesados por el alcohol que por la tradición cultural!
El Festival Internacional de Teatro El Gesto Noble durante 11 días moviliza a una ciudadanía que agota las entradas a los espectáculos 5 días antes de que inicie. Este año tuvo como slogan: “Un escenario posible para imaginar la vida”; con 90 grupos invitados, 36 comparsas para la inauguración, 7 países incluyendo a México, 9 escenarios, 10 conciertos, 9 jornadas académicas. Carmen del Viboral tiene en todo el municipio 63,761 habitantes según datos de 2023. Siguiendo con el ejemplo de Tlaltizapán, éste tiene 48, 881 según el censo de 2020 y la actividad cultural la hacen particulares, no las autoridades. O Villa de Ayala que tiene 89,834 habitantes, aunque la incomprensión hacia la cultura sea la misma; o peor, al contar con la carga estupenda del plus histórico de Anenecuilco y Chinameca por la figura de Emiliano Zapata.
Nuestros Presidentes Municipales y Gobernador piensan que la cultura es un gasto idiota que debe suprimirse o minimizarse; y lo que llegue de la federación pues hay que usarlo como caja chica o monedero personal. Nomás unos datos mínimos: de cada peso que se invierte en el Festival Internacional de Teatro El Gesto Noble, regresan al municipio nueve pesos. Pero éste, queridos políticos, no es un festival de narcocorridos y teatro basura sino uno que a través de acciones culturales dignifican la vida de sus conciudadanos.
CODA: Por cierto, candidatos de Morena y otros partidos, seguimos llamándolos a que presenten su Plan de Cultura para el Estado de Morelos. ¿O no tienen ninguno?
