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Roberto Abe Camil

El Estado de Morelos fue como acertadamente lo mencionó Jesús Sotelo Inclán en su monumental “Raíz y Razón de Zapata” un árbol señero en el abrupto paisaje de la Revolución Mexicana. Sin embargo, en Morelos la revuelta no estalló de inmediato como en otras partes del país, ocurrió hasta bien entrado 1911 y a pocas semanas de la caída de Don Porfirio, como si el destino sabiendo las cruentas jornadas que para Morelos estaban por venir, no tuviera prisa.

La vida y obra de Emiliano Zapata marcaron no solo el desarrollo de la Revolución en el Estado, sino la propia historia e identidad morelense, la jornada del 10 abril de 1919 en Chinameca, cuando fue abatido Zapata es sin duda la página más dramática en la historia de una entidad que ha conocido muchos sucesos de sangre. El 10 de abril nunca estará exento de polémica, tanto por versiones encontradas entre los apologistas de Zapata que lo definen como una traición y sus detractores como un ardid de guerra, elemento que es válido en las operaciones militares, ahí es donde surge la desafortunada figura del Coronel Jesús María Guajardo, Comandante del 50 Regimiento de Caballería.

Jesús M. Guajardo, quien al momento de su muerte tenía 27 años, nació el 29 de agosto de 1892 en Candela Coahuila, en el seno de una familia campirana y acomodada, se dedicó a las labores del campo, pero su padre viendo en él una natural inteligencia lo envió a estudiar a Saltillo y a Monterrey. Fue un tipo atractivo para las mujeres y destacó por el pelo castaño y los ojos verdes. Estudiando en Monterrey una bella joven se enamoró de él, uno de los despechados pretendientes de la muchacha no lo soportó y de manera cobarde atacó a Guajardo por la espalda asestándole varias puñaladas. Guajardo se debatió entre la vida y la muerte, fue entonces llevado a convalecer a Candela. Al sanar sus heridas, se perfeccionó como un magnifico jinete y tirador, a partir de ese momento se tornó en un hombre arrojado y temido. Al estallar la Revolución Constitucionalista, Guajardo se le unió, se incorporó a las fuerzas de Pablo González convirtiéndose en su mano derecha, ascendió por méritos en campaña, hasta llegar a ser Coronel de Caballería del Ejército Constitucionalista.

Cuando Carranza ordenó a González entrar a Morelos para combatir y abatir al Zapatismo, Guajardo acompañó a su jefe como comandante del 50 Regimiento de Caballería, una unidad de elite. Hasta ahí la estrella del joven Coronel fue en ascenso y todo pareció indicar que la suya sería una exitosa carrera militar, pero llegó el infausto mes de abril de 1919. El joven Coronel logró dar la estocada mortal a la Revolución del Sur el 10 abril de 1919 en Chinameca, como premió ascendió a General y recibió de parte del Presidente Carranza $50,000 pesos oro que repartió entre los oficiales que concurrieron a Chinameca.

La gloria fue muy efímera para Guajardo, duró solo un año, en 1920, estalló la Rebelión de Agua Prieta y la mayoría del ejército desconoció al Presidente Carranza quien fue asesinado el 21 de mayo de ese año. Pablo González estuvo entre los que traicionaron a Carranza y previamente ordenó a Guajardo atacar el convoy presidencial cuando abandonaba la Ciudad de México, Guajardo causó mucho daño a los trenes, pero no logró capturar a Carranza. Al triunfar la Rebelión de Agua Prieta, los sonorenses llegaron al poder, y un par de meses después acusaron a Guajardo de rebelión, este huyó a Monterrey, pero fue delatado, capturado y fusilado el 17 de julio de 1920. Se dice que la cabeza de Guajardo fue una condición exigida por los zapatistas para unirse a Obregón.

Décadas después, el 18 de enero de 1969, el Lic. José G. Aguilar, quien fue Jefe del Departamento de Administración Civil de la Fuerzas de Pablo González en Morelos y amigo cercano a Guajardo, publicó un testimonio en la revista “Sucesos para Todos” titulado “Como Murió Zapata” el relato fue un acto de reivindicación para Guajardo, tal vez el único, y una manifestación de lealtad personal del Licenciado Aguilar hacia su amigo. En el relato, Aguilar defendió la figura de Guajardo y lo describió como un soldado valiente que actuó bajo órdenes de sus superiores e incluso afirmó que Zapata y Guajardo estuvieron jugando al gato y al ratón, que el Caudillo intento sin éxito envenenar a Guajardo y que el joven coronel solo se le adelantó a Zapata en Chinameca. Sin embargo, a pesar de estas versiones, la figura de Guajardo nunca podrá despojarse ante el juicio del pasado del sambenito de traidor, de ser, a fin de cuentas, despreciado por extraños y repudiado por propios como uno de los villanos por antonomasia de nuestra historia.

Pablo González y Jesús M. Guajardo en Cuautla después de la muerte de Zapata/ Foto de El Universal.

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