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Un día como hoy en 1847, con la caída del Castillo de Chapultepec se sellaron las grandes operaciones militares en el valle de México, que consumaron el desastre de la guerra entre México y Estados Unidos. La caída de la capital fue sin duda una experiencia traumática, pero sin que la derrota entrañe consuelos y justificaciones es obligado reconocer las acciones que dejaron a salvo el orgullo nacional y el honor militar de las tropas mexicanas. Padierna, Churubusco y particularmente la bravura de los defensores en Molino del Rey dieron cuenta de ello, los mexicanos estuvieron a la altura de las circunstancias, tanto así que aprendieron bien la lección y dos décadas más tarde, en 1867 lograron vencer una nueva agresión extranjera consolidando en definitiva nuestra soberanía y restaurando la república.

La batalla de Chapultepec no fue la excepción, para la historia quedan el arrojo del Coronel Xicoténcatl, digno sucesor de los guerreros tlaxcaltecas y particularmente el sacrificio de los seis héroes, que más allá de ser el referente emblemático de defensa de la patria, dieron paso a la trayectoria de gloria y lealtad que hoy distingue al Heroico Colegio Militar. La historia es bien conocida, a los héroes caídos, se añaden sus compañeros, aquellos muchachos que, a pesar de la dispensa para combatir en razón de su condición de estudiantes, permanecieron para defender a sangre y fuego su plantel. Al final de la batalla, estos valientes quedaron en buena parte heridos o prisioneros del enemigo.

Estos veteranos, nunca olvidaron la epopeya y el sacrificio de sus seis compañeros, a partir de 1848, se reunieron para mantener vivo el recuerdo de Chapultepec, más allá de la tertulias y manifestaciones de camaradería, coincidieron en la necesidad de constituir una asociación, lo cual no fue tarea fácil, debieron sortear el ánimo de políticos y dificultades propias de la condición humana, hasta que su tenacidad brindó frutos y el 8 de septiembre de 1871 cumplieron al fin la asignatura pendiente con la memoria de sus compañeros caídos. Los socios fundadores fueron: José T. Cuellar, Fernando Poucel, Antonio Solá, Ignacio Molina, Cástulo García, Esteban Zamora, Vicente Herrera, Ignacio Burgoa y Santiago Hernández Ayllón.

Los fundadores que se reunieron en Tivolí del Eliseo, ya no eran los jóvenes de 1847, eran ya hombres maduros, cubiertos de canas, sobriamente vestidos y muchos de ellos con bastón. Decidieron entonces realizar un banquete cada 8 de septiembre, acordaron guardar una soberbia botella de “Saint Emilion” con la promesa que sería descorchada por los dos últimos sobrevivientes de la gesta heroica para brindar por sus compañeros y su colegio. Una vieja fotografía da cuenta de los veteranos alrededor de una mesa con la botella de burdeos al centro, frente a la mesa hay un cartel que reza: “Alumnos del Colegio Militar, Prisioneros el 13 de septiembre de 1847”. A su vez, a partir de entonces, la asociación se fue nutriendo con socios provenientes de antigüedades de alumnos posteriores a 1847.

Poco a poco los fundadores fueron muriendo y al final botella fue descorchada el 13 de septiembre de 1907, ante la presencia de los socios, por Ignacio Molina y Santiago Hernández Ayllón, este último, destacado artista plástico y caricaturista, colaboró con medios como “La Orquesta” y “El Ahuizote” también con Vicente Riva Palacio en el Libro Rojo, a él debemos también los retratos de los seis héroes. Poco menos de un año después del histórico brindis, Hernández Ayllón murió el 8 de julio de 1908 a los 75 años de edad.

Hoy la asociación continúa constituida en la Asociación Nacional del Heroico Colegio Militar A.C., la preside un distinguido dragón, el General de División DEM José Ángel García Elizalde junto a una mesa directiva compuesta de militares de notable trayectoria. Su propósito no solo es honrar la memoria de los héroes de Chapultepec y mantener presentes las virtudes inherentes al bicentenario colegio, sino que añaden también el reconocimiento a los marinos caídos en Veracruz en 1914. A su vez fomenta el sentimiento de orgullo, honor, logros compartidos y camaradería entre los hijos del Colegio Militar pero también reconociendo las virtudes cívicas de quienes no necesariamente son egresados del plantel.

La Asociación tiene su sede en el antiguo colegio militar de Popotla y a 152 años de su constitución ha materializado con creces el anhelo de sus fundadores preservando el recuerdo de la gesta de Chapultepec, así como la memoria y el homenaje a sus compañeros caídos.

*Escritor y cronista morelense