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Atención primaria a la salud en México: de una “vocación de portería” al principal cambio de paradigma en salud

El Sistema Nacional de Salud de México se encuentra en una transformación, y la discusión pública que se ha generado a este respecto se ha rodeado de un clima de confrontación y politización. Lo que predomina en los extremos opuestos es el debate sobre la manera en que deberán ofrecerse los servicios de atención médica, predominantemente de tipo hospitalario; sin embargo, lo que hemos perdido de vista es que, en México, no existe ni ha existido un modelo de atención primaria a la salud (APS) de carácter integral. Por ello es necesario promover un cambio de paradigma reorientándonos hacia la atención primaria, que es lo que se propone para la creación de un nuevo Sistema Nacional de Salud Pública.

Desde la perspectiva poblacional, la APS tiene como principal meta garantizar el acceso equitativo a servicios integrales de salud y comprende diversos elementos clave a considerar: el primero de ellos es que el enfoque de salud que la sustenta incluye a toda la sociedad; el segundo, que su abordaje pretende garantizar el mayor nivel posible de salud y bienestar con equidad; el tercero, que posee una perspectiva de atención centrada en las necesidades de las personas; el cuarto, que constituye un proceso continuo: promoción de la salud-prevención-tratamiento-rehabilitación-cuidados paliativos. Y, finalmente, que su ámbito de acción debe mantenerse próximo al entorno cotidiano de las personas.

La historia de la APS mexicana ha registrado diversos hitos, y uno de ellos fue el Sistema Médico Familiar creado en el Instituto Mexicano del Seguro Social, en el año 1954. El Lic. Ortiz Mena, siendo director de ese instituto, estableció: “Vamos a acabar con el médico burócrata, para profesionalizarlo. El especialista clínico será el consultor del médico general en casos especiales”. A través del tiempo, el modelo de medicina familiar de la seguridad social se ha tornado obsoleto; además, se debe eliminar el perfil utilitarista de productividad con el que actualmente funciona. En este último sentido, dicho modelo ha sido definido, en términos futbolísticos, como poseedor de una “vocación de portería”, debido a que, en la práctica, la perspectiva comunitaria y de investigación de la medicina familiar se basa en un aspecto exclusivamente “voluntarista” del profesional de la salud. Esto es, el gerencialismo privilegió la demanda individual y cerró la puerta a la participación social en salud. La presión de la demanda asistencial individualizada ha crecido en detrimento de la perspectiva de familia y de la salud pública.

Es por ello que debemos aprovechar las nuevas oportunidades que se presentan en el actual proceso de transformación y diseñar un modelo sanitario integral de APS con orientación a la salud pública, donde exista una práctica basada en la evidencia y la evaluación de riesgos poblacionales, y donde la medicina familiar sea un instrumento de la salud pública, es decir, una herramienta de integración y participación comunitaria.

Por esta razón, a 70 años de la introducción de un modelo de medicina familiar exclusivo para la seguridad social, la APS debe incorporarse al SNS de México en forma transversal y con un cambio de paradigma que considere:

  • Emprender una transformación hacia la unificación de un sistema nacional de salud con un modelo de atención primaria transversal;
  • Incorporar un enfoque intercultural y que tome en cuenta los determinantes sociales de la salud;
  • Colocar, como eje central de la intervención poblacional, a la familia y la comunidad;
  • Impulsar la reorientación hacia un nuevo paradigma de promoción y prevención, y
  • Disponer de equipos de salud interdisciplinarios e intersectoriales.

Es fundamental señalar que, en ese contexto, la APS deberá coordinar la respuesta de salud en todos los niveles, y para ello habrá de reconocerse que así la inversión en la atención primaria ofrecerá un elevado retorno social.

* Especialista en salud pública.