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¿ES POSIBLE UN NUEVO ORDEN LIBERAL?

Los cambios de época civilizatoria generan miedo e incertidumbre, pero también son ocasión para promover avances cualitativos en los modelos de convivencia humana. No hay duda de que en el mundo actualmente experimentamos un cambio de esa naturaleza, cuyos resultados aún no son totalmente previsibles, por diversas razones.

El análisis de cualquier situación de cambio exige tener claro el motivo que lo provoca, los actores involucrados y los escenarios futuros deseables.

En el presente, los países vinculados a la tradición del pensamiento y cultura occidental, en donde está inserto México, han agotado el modelo de economía y política, cuya gestación inició en el siglo 18, conocido como el “siglo de la ilustración”, y que se ha desarrollado hasta la actual segunda década del siglo 21.

El cambio civilizatorio que se fraguó en el siglo de la ilustración se caracterizó por la defensa de dos condiciones o reglas de vida social hasta entonces no conocidas ni practicadas: la autonomía de la persona, y la creación de reglas de interacción social definidas por la sociedad misma. Con estas dos exigencias evolutivas, se rompía el orden social secular hasta entonces preexiste, en el que las jerarquías regias y religiosas imponían a las personas la manera de ver la vida y de actuar en ella.

El incipiente desarrollo de la ciencia y la tecnología de entonces sirvió de base para que el pensamiento racional y la valoración de la comprobación empírica empezaran a suplir el pensamiento basado en tesis religiosas o de autoridad. Junto con ello, se abrió el horizonte del poder personal y grupal autonormativo y autogestivo, en donde era la gente misma la que debía fijar las formas y alcances de la autoridad/gobierno, y no al revés.

Las tesis del pensamiento liberal occidental que moldearon el actual modelo económico/político, ahora en clara crisis, fueron las del derecho a la vida, a la propiedad privada, y a la libertad de pensamiento. Desde entonces, estos derechos se han expresado en diversas formas de organizar el gobierno, de hacer política y de hacer economía.

Las tesis liberales claramente colocaron al individuo al centro de toda propuesta de organización social, sin tomar en cuenta que el individuo no existe solo, sino que necesita para sobrevivir a otros individuos, los cuales a su vez tienen los mismos derechos. Este hecho dejó ver con claridad que todo derecho individual requiere por necesidad una obligación como contraparte, de tal suerte, que ya no es el individuo en solitario el referente de la organización social, sino que también lo son todos los demás individuos que conforman una comunidad.

La crisis actual de Occidente, con sus repercusiones también en el mundo Oriental, se debe al desacomodo y a la mala instrumentación, tanto de los derechos individuales, como los derechos de la colectividad. Se ha llegado al punto en donde el Yo y el Nosotros se han contrapuesto, cuando en realidad tendrían por necesidad que ser complementarios.

En efecto, los excesos de libertad económica y del derecho a la propiedad, bajo la fórmula del capitalismo, y de su expresión actual “neoliberal”, han puesto en jaque el equilibro en las relaciones entre las personas, y de éstas, con el mundo de la naturaleza. El dinero, como condición de intercambio económico, y no como elemento facilitador de transacciones, así como la dosis y el tipo de poder que conlleva, son quienes absurdamente se han convertido en el centro y motor de la organización social. Este es el origen de la crisis actual, que, por sus efectos a nivel planetario, están provocando y exigiendo un cambio profundo.

La pregunta por responder, en la prefiguración de escenarios deseables, es si las tesis del liberalismo clásico pueden ajustarse para seguir siendo vigentes, o bien, habría que pensar nuevas tesis que articulen las relaciones entre los humanos, y de éstos, con la naturaleza.

Por lo pronto, hay signos y tendencias contradictorias sobre el perfil deseable y posible de un nuevo orden mundial, en lo que corresponde a las dimensiones socio/política, económico/ecológica, y desde luego, la valoral/cultural. La principal causa de ello es el desarrollo tecnológico generado principalmente por la llamada IA (inteligencia artificial).

Solo como ejemplo, los grandes fondos de inversión internacionales, dueños de acciones de las grandes compañías financieras y comerciales mundiales, se rigen por el sólo indicador de “la mayor ganancia, con el menor costo, en el menor tiempo posible”. Para ello, organizan y controlan a los debilitados gobiernos de los Estados/nación que fueron construidos en la lógica de la soberanía y autodeterminación, pero que ahora están sometidos a la nueva esclavitud de la deuda y al chantaje de actores hegemónicos. Su intención es homogeneizar procesos productivos, distributivos y de consumo en todo el orbe, a la par, de controlar y formatear los valores, hábitos de vida y patrones de consumo del mayor número de habitantes posible del planeta. Buscan “industrializar un determinado modelo de sociedad”, en donde el Yo y el Nosotros sean puras categorías virtuales, y lo único que opere sea el modelo tecnológicamente inducido por parte de los poderes fácticos mundiales.

Esta descripción no es fruto de “mentes conspiracionistas”, sino de hechos que están operando frente a nuestras narices, envueltos en una narrativa liberal sin sustancia.

*Especialista en temas de construcción de ciudadanía.