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En la era de la digitalización, donde la Inteligencia Artificial (IA) emerge como una de las tecnologías más revolucionarias en la historia de la humanidad, se espera que países alrededor del mundo incorporen esta herramienta para impulsar su crecimiento económico, y que redunde en impactos positivos para sus sociedades, asimismo la incorporación de la IA, traerá como consecuencia un avancetecnológico aún más acelerado. No obstante, en naciones como México, este proceso de incorporación no es tan sencillo ni uniforme debido a un factor crítico: la desigualdad social.

Para entender la relación entre la desigualdad y la adopción de la IA, es fundamental observar cómo la tecnología suele llegar primero a las clases sociales más privilegiadas. En México, la brecha económica es una realidad palpable que divide a la sociedad en diferentes estratos con acceso desigual a la educación, a los servicios básicos y, por supuesto a la tecnología. Mientras que ciertos sectores pueden disfrutar de los beneficios de la IA, como diagnósticos médicos más precisos o sistemas de transporte más eficientes, las comunidades más desfavorecidas se quedan atrás. De no aplicar una política nacional integral que permita la adopción de estas tecnologías de manera transversal, se corre el enorme riesgo de que se profundicen las ya de por sí importantes desigualdades sociales en la sociedad mexicana.

El acceso a la educación es otro punto crítico en esta discusión. La IA requiere una fuerza laboral con habilidades específicas en matemáticas, programación y análisis de datos. En un país donde la calidad educativa ya es desigual, la incorporación de currículos que incluyan estas materias se convierte en un desafío mayúsculo. Los niños y jóvenes de áreas rurales o de bajos recursos enfrentan un futuro en el que las oportunidades son considerablemente menores para participar en la economía de la IA.

Como se mencionó, el proceso de digitalización puede aumentar aún más la brecha social si no se gestiona de manera responsable. Por ejemplo, la automatización de ciertos trabajos podría desplazar a miles de empleados que,debido a su condición social, no tuvieron acceso a obtener y desarrollar las habilidades necesarias para adaptarse a este nuevo paradigma laboral. Aunque la IA tiene el potencial de generar riqueza y mejorar la eficiencia en diferentes sectores, este beneficio podría concentrarse solamente en ciertas áreas geográficas o clases sociales, perpetuando e incluso acentuando la desigualdad.

Es crucial que el gobierno y las organizaciones privadas tomen medidas concretas para democratizar el acceso a la IA. Esto podría involucrar inversiones significativas en educación técnica y programas de capacitación, junto con políticas públicas que fomenten la inclusión digital. Además, es vital que se establezcan mecanismos de transparencia y ética para garantizar que la IA se utilice de manera que beneficie a toda la sociedad, y no solamente a unos pocos.

Como se ha podido observar, la desigualdad social en México puede convertirse en un obstáculo serio para un proceso equitativo de incorporación de la IA. Si se ignora esta realidad, existe el riesgo de crear un futuro en el que la tecnología sirva para dividir más que para unir, en el que las oportunidades y beneficios de la IA estén reservados para una élite, dejando atrás a grandes segmentos de la poblaciónmexicana. Por ello, abordar la desigualdad no es simplemente una cuestión de justicia social, sino una necesidad para asegurar que la adopción de la IA se realice de una forma que beneficie a toda la sociedad mexicana y que redunde en mejores condiciones de vida para el grueso de la población.

*Profesor de Tiempo Completo de El Colegio de Morelos