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El título del presente editorial no es ningún dicho popular o alguna sentencia bíblica, se trata tan solo de la realidad que vive nuestro estado, que parece no estar tan alejado del amor de la madre naturaleza, después de todo.

Las lluvias no han cesado en Morelos y Protección Civil del estado informa que, hasta el momento, los daños no han pasado de ser materiales. Para este fin de semana, la Comisión Estatal del Agua (Ceagua) pronostica cielo medio nublado en promedio, con posibles chubascos por la tarde o noche. “Persistirá el flujo de aire húmedo del Pacífico, favorecido por la presencia del ciclón tropical “Lidia”, y perturbación con potencial de desarrollo ciclónico, en interacción con el frente número cuatro”, es decir, hay posibilidades de que las lluvias continúen, lo que sin duda son buenas noticias para nuestro estado, que hace un par de meses tenía sus presas al 18 por ciento de su capacidad.

Como ya sabíamos, estas precipitaciones se pueden prolongar por algunas semanas fuera de la típica temporada de lluvias por el fenómeno de El Niño y, para como las cosas pintan en otras entidades, las deberíamos recibir con gozo.

Según el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), la sequía este año afecta al 67 por ciento del territorio nacional en formas de moderada a extrema y es la más intensa desde 1957; ya derribó la producción de azúcar y de granos básicos, como frijol y maíz, y también llevará a una baja de rendimientos a las frutas y hortalizas.

De acuerdo con el Monitor de Sequía del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), hay por lo menos seis estados de la República con prácticamente la totalidad de sus municipios en condiciones de sequía severa y extrema, lo que ha ocasionado un grave traspié para la producción agrícola y ganadera nacional.

La afectación de la sequía ya impactó a los mercados en donde Morelos está presente, como el de la caña, y la baja en la producción ha originado que se comience a incrementar el costo del azúcar.

También la producción nacional de maíz se ha afectado y se prevén bajas, calculadas en un par de millones de toneladas, por lo que se avizora un incremento en las importaciones, lo que repercutirá también en su precio.

Así es que no hay que quejarnos de las lluvias que todavía bañan a los campos morelenses y que surten lentamente a las presas, aunque probablemente no sean suficientes y, como ya advirtió la Comisión Estatal del Agua, tengamos que recurrir a racionalizar el líquido.

Gracias a la lluvia que provoca encharcamientos y molestias en las ciudades, las presas morelenses ya están rasguñando el 50 por ciento de su capacidad, pero es improbable que se logre la meta de tenerlas al 80, como se esperaba para este año.

En la medida de lo posible, debemos ahorrar el agua y comenzar a organizar el tandeo agrícola para cuidar la que tenemos; en efecto, hay que mirar a nuestros vecinos y tomar las decisiones necesarias de manera oportuna.