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Ayer se celebró el Día Mundial de la Salud Mental, que busca concientizar sobre los problemas de salud mental en todo el mundo y movilizar los esfuerzos en apoyo para atenderla.

Generalmente los problemas de salud mental pasan desapercibidos a menos de que presenten patologías evidentes, pero en realidad es un tema que nos afecta en mayor o menor medida a todos. Según el Instituto Mexicano del Seguro Social, en nuestro país tres de cada diez personas padecen algún trastorno mental a lo largo de su vida y más del 60 por ciento de la población que sufre alguno de ellos no recibe tratamiento.

Además, la estigmatización de padecer alguna enfermedad mental aleja a muchas personas que consideraríamos completamente funcionales de buscar ayuda profesional, por lo que se aíslan en su infierno particular alejados de la vista de los demás.

Según la última Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica, alrededor del 6.2 por ciento de la población mexicana ha experimentado un episodio de depresión en el último año, y el 13.9 por ciento ha sufrido algún trastorno de ansiedad -y nuestro estado generalmente mantiene índices superiores a la media nacional-; para acabarla, el COVID vino a agudizar muchos padecimientos. Según el Instituto Newman -organización internacional de salud mental sin fines de lucro- el 39 por ciento de la población adulta mexicana tiene síntomas de depresión y ansiedad derivada de la pandemia; 23 por ciento de la población general cumple con los síntomas de Trastornos de Estrés Postraumático, y el 31 por ciento de los niños presentaron trastornos de sueño, depresión y ansiedad a su regreso a la escuela en el ciclo 2022-2023.

A pesar de lo anterior, la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica calcula que solamente el 20 por ciento de las personas con enfermedades mentales recibe atención profesional, lo que resulta preocupante por la estrecha relación que hay entre la salud mental y las heridas autoinfligidas: la tasa de suicidios en México se ha incrementado en un 50 por ciento en la última década; ya es la tercera causa de muerte entre jóvenes de 15 a 24 años, la cuarta entre los 10 y 14 años y la quinta entre los 25 y los 34 años.

Los padecimientos mentales, permanentes o episódicos, están más cerca de lo que solemos pensar. La enfermedad mental es un tema que ha sido, durante mucho tiempo, estigmatizado y malentendido en la sociedad. Las implicaciones sociales de las enfermedades mentales son profundas y afectan a las personas que las padecen, así como a sus familias y comunidades en general. Esto, a pesar de que muchas personas con enfermedades mentales crónicas pueden llevar vidas plenas y productivas. Incluso, en algunos países se está buscando a personas con cierto tipo de padecimientos para que sirvan como mentores de personas con sus mismos problemas.

La inclusión de personas con enfermedades mentales en la sociedad no solo es un imperativo ético, sino que también contribuye al desarrollo y bienestar de la sociedad en su conjunto. Al brindar apoyo y oportunidades a estas personas, podemos avanzar hacia una sociedad más comprensiva y equitativa.