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¿Padres formando delincuentes?

Erika Sobeyda Juárez Portillo*

Durante algunas de las conferencias que el Tribunal Unitario de Justicia Penal para Adolescentes (TUJPA) del Estado de Morelos, impartió en diferentes escuelas de nuestra Entidad, con el objetivo de que nuestras niñas, niños y adolescentes (NNyA) conozcan sus derechos y sus obligaciones, encontramos a chicos que están al límite de cometer delitos.

Algunos de ellos están conscientes de lo que estaba pasando, pero otros creían que su conducta era normal, que era algo cotidiano, que hacían cosas a las que estaban acostumbrados, pero ¿por qué?

Vamos por pasos.

Todo comienza en casa y en estas conferencias, hemos encontrado también algunos padres de familia que responsabilizan a las instituciones educativas del comportamiento de sus hijos, sin darse cuenta de que la educación inició antes de que sus hijos entraran al colegio y que los primeros maestros de las NNyA, son ellos mismos.

Esto nos lleva a preguntarnos: ¿realmente estamos analizando cómo formamos a nuestros hijos desde el hogar? Recuerden que ellos replican lo que ven y viven en sus hogares; esa es una característica de NNyA; aprender viendo e imitando.

Así que debemos tener mucho cuidado para detectar qué ejemplos estamos dando desde casa, qué capacidad tenemos para resolver conflictos y hasta qué palabras pronunciamos.

¿EL DELINCUENTE NACE O SE HACE?

Hace algunos años, tuve la oportunidad de leer el libro “Reflexiones de un juez de menores”, del popular Juez de Granada, España, Emilio Calatayud, quien través de sus vivencias desarrolló el “decálogo para formar un delincuente”.

Parecería aberrante la idea, pero en realidad este documento resulta muy interesante, ya que parte de muchas de las acciones que los padres de familia les permiten hacer a sus hijos, sin darse cuenta. Esto provoca incluso omisiones por no establecer límites en casa.

Además, contribuye a que nuestras NNyA estén en riesgo de cometer un delito. Así que les comparto aquí ese documento con la finalidad de que hagamos una retrospección y reflexión sobre cómo estamos educando a nuestros hijos.

“Decálogo para formar un delincuente”

1.- Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.

2.- No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.

3.- Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas.

4.- No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad.

5.- Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.

6.- Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura.

7-. Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede destrozada para siempre.

8.- Dele todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar.

9.- Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones.

10.- Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarlo.

ECO DE NUESTRAS ACCIONES

Ahora pregúntese si alguno de estos puntos encaja en su día a día. Si es así, cuidado. No podemos excusarnos en frases como “quiero lo mejor para mi hijo” o “mi hijo tendrá lo que yo no tuve”. Recuerde que no todo es material.

También es importante que los niños aprendan el valor de las cosas y comprendan el sacrificio que se esconde tras cada regalo, darles todo a veces, es el camino más directo para educar a niños egocéntricos.

Esto los puede llevar a creer que merecen todo lo que desean, pero en muchas ocasiones terminan siendo incapaces de lidiar con la frustración que les genera no conseguir lo que quieren y esto, es algo que está caracterizado a la nueva generación de NNyA.

Quizá no lo haya detectado, pero está pasando desde la primera infancia, por ejemplo, hace algunos años, cuando por las noches un bebé lloraba los padres se levantan rápidamente para hervir agua, preparar la leche y esperar unos minutos en que la temperatura del biberón sea fuera adecuada.

Este proceso podía demorar varios minutos y si no se tiene la experiencia, la espera se alargaba, así que había que arrullar al pequeño para que soportara la demora.

Pero en estas generaciones, la frustración del infante en esta necesidad básica es menor; ahora existen calentadores de biberones con las nuevas tecnologías que solo tardan tres minutos en calentar la leche, para que alcance la temperatura ideal.

Es un ejemplo probablemente burdo, pero muy real que se va replicando durante el crecimiento y en ocasiones, resulta fácil de confundir entre cubrir una necesidad con dotarles de las herramientas emocionales, educativas y éticas para que enfrenten la vida por si solos.

Otra muestra es cuando en alguna ocasión Usted se disculpó con otro adulto por el mal comportamiento de su hijo, se entiende que en un intento por protegerles terminamos dando la cara, situación que no se cuestiona porque muchas veces protegemos por amor.

Pero cuando se normaliza este acto, solo sirve para que los NNyA evadan sus responsabilidades y sus consecuencias, no dándoles la oportunidad de madurar.

Cuántas veces, en el afán de no tener conflictos con los NNyA, recogemos su cama, su plato, su vaso o doblamos su ropa. Tal vez evitaremos en ese momento un roce con nuestros hijos, pero en realidad, lo que estamos haciendo es educar a una persona que no será capaz de ser comprometido y valerse por sí misma.

Posiblemente cargará sobre los hombros de los demás sus responsabilidades, formando a niños o adolescentes abusadores de los demás, porque no están dispuestos a hacer las cosas por sí mismos.

En el peor de los casos podría llegar a estar en contacto con la ley y enfrentar un proceso penal como los tres mil 413 adolescentes que en 2022, fueron procesados en México de acuerdo con la Encuesta Nacional de Adolescentes en el Sistema de Justicia Penal del INEGI.

Así que evitemos que nuestros hijos sean parte de esta estadística, empecemos no sólo a poner límites, para que su desarrollo y educación se dirija por el mejor camino, sino trabajar en nosotros mismos para que, como se advierte en el decálogo no incurramos en alguno de esos puntos.

La única verdad es que se educa con el ejemplo, siendo esta una tarea compleja donde no solo bastan las buenas intenciones también es importante informarnos y estar dispuestos a disciplinar a nuestros hijos –con amor y firmeza– para evitar que puedan convertirse en potenciales delincuentes.

* Juez de Control y Juicio Oral del TUJPA