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No hace ni una semana que la Fiscalía Anticorrupción, de facto, le abrió una investigación al coordinador administrativo de la Fiscalía General de Justicia porque dejó de mandarles las quincenas a los rebeldes que tomaron las oficinas apoyados por la policía estatal y efectivos de la Guardia Nacional; lo acusaron de incumplimiento de las funciones públicas y de ejercicio abusivo de funciones, entre otras cosas.

El coordinador administrativo de la FGE pasó el Día de Muertos en prisión porque el juez le obsequió la prisión oficiosa, aunque su defensa alega que el caso no lo amerita y que se están queriendo hacer pasar por delitos irregularidades administrativas, si acaso lo son.

A la Fiscalía Anticorrupción le bastó que le cortaran la energía eléctrica y quedarse sin Internet para sentir que, ahora sí, debería ponerse a trabajar, aunque sea temporalmente y en su beneficio. Es la misma Fiscalía que fincó un caso contra el Fiscal General de Morelos por un caso sucedido hace unos meses cuando lo acusó de torturas, avalando la versión de un sospechoso de multihomicidio y feminicida material que dejó ir el aparato de justicia de Morelos.

Cabe recordar, incidentalmente, que el Magistrado Presidente del Poder Judicial del estado fue acusado por otro magistrado de haberlo presionado para que dejara en libertad al presunto criminal del párrafo anterior y que es el jefe del juez que ahora consideró mantener en prisión al coordinador administrativo para que no “intimidara a los testigos”.

Parece que son varios los morelenses que tienen como juguete particular a las instituciones que supuestamente deberían fortalecer y por las que dicen trabajar.

En la Fiscalía Anticorrupción -cualquiera que sea la que esté en funciones- la indignación ante las injusticias y el celo por el deber también deberían ponerse de manifiesto en casos que no les afecten el bolsillo o sus intereses personales, como son los cientos que anualmente “investigan” y de los que nadie sabe si se judicializaron, y, de ser así, si se ganaron los casos. También vale la pena recordar el embate, hace uno días, de esta Fiscalía contra la Comisión Estatal de los Derechos Humanos porque de pronto le entró la urgencia de conocer las quejas levantadas en su contra.

En cambio, hay muchas muestras de que aquella indignación justiciera y celo por el deber no cobran quincena en la FECC, cuando en este año se desistieron de mantener en prisión a un expresidente municipal con antecedentes de haberse querido escapar y cuya actuación ha hecho que se presenten decenas de denuncias sin que se haya judicializado ninguna.

Según la Organización Morelos Rinde Cuentas, la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción (FECC) ha sido ineficiente y carente de transparencia desde su creación en 2015, pues a pesar de tener numerosos expedientes abiertos, la judicialización de los casos y la obtención de sentencias son prácticamente nulas. La organización civil acusa que la Fiscalía simula combatir la corrupción para garantizar impunidad a quienes ostentan el poder.

Morelos Rinde Cuentas no descubre el hilo negro; basta ver las noticias de las últimas semanas para darse cuenta de que tiene toda la razón y no solo eso, sino que la ineficacia y la simulación van de la mano con la arrogancia y el cinismo y ¿por qué no habría de ser así, si aún los cuidan los mismos policías y soldados que les permitieron hacerse de las oficinas que, aun sin luz e Internet, son de la genuina Fiscalía Anticorrupción?