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“TOXIC”

 

Hace unos días, Britney Spears dio un salto al mundo literario con su autobiografía titulada «La mujer que soy». Sus memorias nos brindan una visión personal de su vida y arrojan luz sobre una de las grandes incógnitas de la cultura pop: ¿Por qué Britney se rapó frente a las cámaras de los paparazzi?

Cada vez que pienso en ella, en Britney, no puedo evitar asociarla con la imagen de una cantante de pop virginal que, de repente, dejó atrás esa fachada y se presentó al mundo con una imagen altamente sexualizada. Este cambio catapultó su carrera al éxito vertiginoso, acompañado de millones de discos vendidos y flashes de cámaras de paparazzi que parecían no darle tregua mientras todos cantábamos y bailamos al ritmo de «Toxic».

Sin embargo, detrás de esa fachada de estrella, se encuentra una historia que resuena con la lucha de innumerables personas que han enfrentado el abuso y las complejidades de la salud mental.

Finalmente, comprendemos desde una perspectiva más clara por qué Britney colapsó en 2007, rapándose la cabeza, un acto que nos vendieron como un signo de locura en lugar de una respuesta proporcional a la explotación, la presión de su entorno para divorciarse de su entonces esposo, Kevin Federline, y la narrativa que la presentaba como una persona desequilibrada.

Después de ese colapso, fue puesta bajo una tutela, que gobernaría su vida durante 13 largos años, dejando a la estrella del pop aún más atrapada. ‘Si me ponía nerviosa, se tomaba como evidencia de que no estaba mejorando’, escribe. ‘Si me enfadaba se afirmaba, estaba fuera de control y loca’.

Ella también fue etiquetada con la eterna imagen de la mujer «histérica» que se repite a lo largo de la historia de la humanidad una y otra vez.

Durante trece años, bajo esa enfermiza tutela supervisada por su propio padre, Jamie Spears, Britney vivió una pesadilla en la que no podía tomar decisiones sobre su propia vida. Desde la autorización para ver a sus hijos hasta la elección de sus comidas y su salud reproductiva, cada aspecto de su existencia estaba bajo el control de otros.

Lo que resulta aún más perturbador es la revelación de que su madre comenzó a darle alcohol cuando tenía tan solo 13 años, compartiendo daiquiris en viajes por carretera. Esto la llevó a fumar regularmente a una edad temprana y a involucrarse en relaciones sexuales prematuramente.

La «cereza en el pastel» son las confesiones sobre su relación con Justin Timberlake, quien también ejerció control en su vida e incluso le exigió que se sometiera a un aborto en una época en la que mantenían su relación en secreto ante la prensa. Al parecer, el cantante no se sentía preparado para ser padre y la noticia no lo hizo feliz.

Una constante en las memorias de Britney son los «villanos manifiestos», incluyendo a su propio padre, la escena en la que le informa a Britney que ha tomado el control legal de su vida es espeluznante y representa una forma extrema de abuso de poder. Pero Britney también muestra empatía hacia Justin Timberlake, aunque revela sus momentos de manipulación y crueldad.

A pesar de su fama y fortuna, Britney enfrentó un abuso inimaginable que se repetía una y otra vez en la mayoría de sus relaciones dejando al descubierto que el abuso emocional y la manipulación no distingue entre estatus social o riqueza.

Cada vez que somos testigos de situaciones de abuso, nos preguntamos: ¿por qué alguien soportaría tanto dolor? La respuesta radica en la teoría de la normalización del abuso.

Esta teoría se refiere al proceso por el cual las personas que han experimentado abuso o maltrato a lo largo de sus vidas tienden a internalizar esas experiencias como algo normal. Esta internalización puede llevar a la aceptación pasiva de situaciones abusivas sin cuestionarlas, moldeando la percepción de lo que es aceptable en las relaciones, sin importar el estatus social o los ceros en tu cuenta bancaria.

La historia de Britney nos recuerda la importancia de reconocer las señales, desafiar estos patrones destructivos, brindar apoyo a quienes están atrapados en situaciones de abuso y sobre todo la importancia buscar ayuda profesional.

A veces, la comprensión y empatía de quienes les rodean pueden ser el primer paso hacia un cambio significativo e, incluso, salvar vidas. No esperemos a preguntarnos por qué alguien aguantó tanto, en su lugar, preguntemos cómo podemos ayudar y ser el faro de esperanza que todos necesitan en momentos oscuros.