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Redes sociales y desencuentros

 

Plagada de desencuentros y de contenidos polarizantes ha sido el caminar en los últimos tiempos de un segmento importante de usuarios de las redes sociales (RS). Discrepancias marcadas por posturas y posturas que vienen de la dinámica política que ha contaminado las discusiones de muchos usuarios en las RS. En particular la piel de muchos usuarios se ha vuelto muy delicada a la diferencia y la capacidad para el disenso brilla por su ausencia, por eso no extraña que a la menor provocación muchos optan por bloquear al que consideran indeseado, fanático o difiere de sus opiniones y pareceres.

Yo dejé desde hace rato de ser un usuario habitual de las RS. Tal vez porque tengo también algo delicada la piel como la tienen otros. No las he abandonado, simple y sencillamente que ya no posteo como lo hice en el pasado, así que me limito a tener un papel de voyeur, si se puede decir, y veo desfilar comportamientos y posturas que en muchos casos definen o reflejan los humores de una parte destacada de la sociedad mexicana en los tiempos que corren.

Un tiempo fui apegado, por cuestiones profesionales y personales, a Twitter/X. Es cierto que es una plataforma que cuenta con poco tráfico si se compara con Facebook, Instagram O YouTube, pero no se le puede regatear el lugar singular que ocupa en lo que se denomina la web social precisamente por su popularidad entre periodistas, políticos y otras figuras públicas y probablemente esa sea la causa que su resonancia siempre ha sido mayor de lo que es su demografía. Para acontecimientos políticos y sociales no hay nada como Twitter/X. Sin embargo, Twitter/X a pesar de sus virtudes se le tiene que encontrar el feeling, ya que siendo una plataforma de fácil uso para muchas personas no lo es y a lo mucho la usado por un lapso corto para abandonarla más rápido que tarde y migrar a otra.

Pero como hemos dicho en otros momentos en este mismo espacio, desde que fue comprada por Elon Musk, ya se sabía que Twitter/X se adentraría por derroteros que le abollarían el rostro. Esto se hizo más evidentes, y mucho más violentos, en el contexto de la guerra entre Israel y Hamás. En el espacio de horas, la red social se vio inundada de contenidos intolerables, algunos de ellos falsos y a menudo publicados con el único objetivo de ser destacados por los algoritmos de recomendación y, por tanto, potencialmente ser fuente para ganar dinero (en Twitter/X, ahora varios usuarios pueden tener ingresos por sus publicaciones virales; eso justamente es lo que ha terminado por generar una atmósfera putrefacta). Como varios especialistas han referido, Musk construyó un sistema para crear en esa red social un caos informativo, y eso es lo que hoy se multiplica (shre.ink/Uvzo).

En diciembre de 2021, Twitter/X lanzó el servicio de Super Follows, que permite a los usuarios generar ingresos por sus posts virales, según se dijo en el momento de su lanzamiento la idea detrás de esto era que fuera un mecanismo de apoyo a los creadores y fomentar así la creación de contenido de alta calidad en la plataforma, pero muchos en el afán de multiplicar sus ingresos terminan produciendo contenidos estridentes, cuestionables o falsos amparados en la libertad de expresión.

Es cierto, que el creador de los contenidos es quien elige el precio que le cobrará a sus suscriptores, pero esos creadores de contenidos son seguidos por miles o millones de personas, de manera que el 97% de los ingresos generados por las suscripciones se queda en manos de quien genera el contenido, el 3% restante es para la plataforma aunque si se supera los 50 mil dólares de ingresos se queda con el 20%.

The Information reportó hace algunos meses que entre los exitosos en ingresos en Twitter/X estaba en primer sitio el comediante estadounidense Josh Richards, con más de 1 millón de dólares al mes; otra influencer exitosa es Aimee Song, con alrededor de 500 mil dólares al mes. Como ejemplo de nuestro entorno, en una ocasión Salinas Pliego indicó, en su propia cuenta de Twitter/X, que ingresaba alrededor de 10 mil dólares mensuales.

No es raro que en nuestro país haya usuarios que en el afán de tener más seguidores y tráfico publiquen contenidos estridentes para hacerlos virales; incluso generar polémica, difamar o decir medias verdades sirve para ese fin. Esta situación se ha visto recientemente en México con la tragedia que ocasionó Otis en Acapulco, en donde la polémica y la polarización ha generado buenos dividendos para algunos que avivan las posturas a favor o en contra del mal accionar del gobierno; lo mismo se ve en Argentina con la elección presidencial en donde muchos aprovechan el rio revuelto para invocar supuestos datos confidenciales, difamar o mentir sobre los candidatos y generar contenidos virales.

Esa situación ha acelerado el éxodo de antiguos usuarios a otras plataformas, sobre todo para informarse mejor sobre los temas que son de su interés. El problema es que las alternativas no están preparadas para ello. Threads, por ejemplo, el clon de Twitter desarrollado por Instagram, ha sido un fiasco: dice no ser un medio de comunicación pero sin embargo se difunden noticias. Zuckerberg ha declarado en varios momentos que su objetivo es dar paso a una plataforma de debate que sea «positiva». Pero la moderación de contenidos sigue siendo un problema para las empresas de Zuckerberg como se ha visto recientemente cuando junto con Instagram han sido denunciadas de bloquear fotos y vídeos en apoyo al pueblo palestino, incluso Meta lo termino por reconocer.

Lo cierto es que no se puede escribir la historia de las luchas sociales de las últimas dos décadas sin hablar de sus ramificaciones digitales, de su paso por las plataformas, con sus aciertos y tropiezos. Por eso es absurdo cuando Zuckerberg, y otros dueños de esas plataformas, dicen que son solo para pasarla bien y propulsar el chacoteo. Es su lógica comercial la que enfada a muchos usuarios, que ven como cualquier acontecimiento y tragedia es adecuada para generar contenidos virales, e incluso monetizados.

Por lo pronto Facebook ha lanzado su servicio Premium en algunos países de Europa que les permite a las personas navegar por contenidos sin publicidad. Por un costo de 4,99 euros las personas no ven publicidad, acceden a contenido exclusivo, como publicaciones de creadores de contenido y eventos en vivo, pueden crear una lista de amigos VIP e informarse de quién ve sus historias. Es, al final, una manera de escapar de la nueva normativa establecida por Ley de Servicios Digitales de Europa que, entre otras cosas, prohíbe la publicidad. Amén de que es una forma de que Zuckerberg se sacuda uno de los viejos demonios de su empresa, que es lucha con las cuestiones económicas y políticas que rodean a la moderación de contenidos.

@tulios41