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Entre las oficinas de la actual administración estatal, el Instituto de Educación Básica del Estado (IEBEM) ha sido de las más señaladas por cumplir con sus obligaciones de manera cuestionable. Son recurrentes las quejas de padres de familia que no pueden pagar las cuotas “voluntarias”, durante la pandemia fue señalada por posibles desvíos de recursos y consistentemente se observan casos de profesores y directivos de planteles educativos públicos que, o no cumplen o se exceden en sus obligaciones.

Sin embargo, el presunto solapamiento a un agresor sexual como director de la Escuela Secundaria Técnica número 45 «Isidro Fabela», que durante tres años habría abusado física y sexualmente de un estudiante, trasciende la incompetencia del IEBEM para llegar a la complicidad criminal.

Aunque la denuncia por los hechos en contra del estudiante data de este año, la madre de la víctima señala que su hijo experimentó este acoso durante tres años sin que se atendieran sus quejas y denuncias en contra del directivo, que desde 2021 ya había sido acusado por agredir físicamente a una docente.

Hoy, el menor recibe tratamiento psiquiátrico por la depresión y el pánico derivados del constante acoso físico.

El IEBEM está acostumbrado a quejas de padres de familia que, si bien les va, se guardan en alguna papelera; no obstante, en esta ocasión la denuncia viene del Departamento de la Diversidad Sexual del Ayuntamiento de Cuernavaca, una de esas oficinas que se están creando en los municipios para respaldar y acompañar a miembros de la comunidad de la diversidad sexual que sienten vulnerados sus derechos y que, por lo visto, sirven para algo más que de material de discurso político. En efecto, el menor agredido por el director de su escuela se asume como parte de esta comunidad, detalle que dada la magnitud del abuso de un adulto contra un menor que estaba bajo su supuesta responsabilidad, es un detalle irrelevante.

Sin embargo, casos como este, y como el reciente asesinato del magistrade Ociel Baena en Aguascalientes, demuestran lo lejos que estamos de esa sociedad que tanto le gusta imaginar a la clase política y lo mucho que todavía persisten los prejuicios incluso entre las autoridades, a muchas de las cuales les gusta recurrir a fórmulas fáciles de “crímenes pasionales”, “es que andaba en malos pasos”, “ajuste de cuentas entre grupos criminales” para minimizar ,y casi justificar, gran parte de los actos de violencia que nos agobian diariamente.

Pero ninguna de las coartadas del libro de justificaciones se aplica para el caso de un menor violentado por el director de la escuela a la que asistía, ni a la omisión del IEBEM no solo de las quejas presentadas, sino también por los antecedentes de su personal: ¿Cómo se puede nombrar autoridad de una escuela a un posible agresor sexual? ¿El Instituto asumirá la parte de responsabilidad que le corresponde por exponer de esa manera a decenas de menores? Por lo pronto, el director de la Secundaria Técnica número 45 «Isidro Fabela» sigue en funciones.