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El 16 de diciembre del 2009, pareció ser una jornada habitual en Cuernavaca, donde sus habitantes se aprestaban a celebrar el fin de año y hacer las tradicionales compras navideñas. A pesar de que unos días antes, el 11 de diciembre, infantes de marina irrumpieron en una fiesta en el fraccionamiento Limoneros en Ahuatepec, donde estuvieron a punto de capturar a Arturo Beltrán Leyva y a Edgar Valdez Villareal “La Barbie” y donde también lamentablemente una mujer que atravesaba por el lugar fue alcanzada por el fuego cruzado, nada pareció indicar en ese momento, que Cuernavaca se teñiría de sangre.

Si bien los marinos no pudieron capturar en Ahuatepec a los capos, si pudieron al menos seguir el rastro de Beltrán Leyva hasta lograr cercarlo el 16 de diciembre en el céntrico complejo de edificios “Altitude”. Los elementos de la Armada de México, evacuaron las torres residenciales y tomaron a sangre y fuego el departamento de Beltrán Leyva, quien cayó abatido junto con miembros de su primer círculo. Las imágenes del cuerpo de Beltrán Leyva junto con los destrozos ocasionados por el asalto al sitio son ampliamente conocidas.

Lo que no se ha mencionado, o al menos se ha omitido hacerlo, es el papel del Ejército Mexicano para asegurar el éxito de sus pares de la Armada de México y para evitar daños colaterales o una masacre entre la población civil. Previo a iniciarse el ataque a Altitude y al percatarse de la presencia de los marinos, Beltrán Leyva alcanzó a pedir auxilio y refuerzos a sus células de sicarios, que veloces se desplazaron hacia el complejo residencial con la intención de rescatar a su jefe.

En ese momento la policía municipal de Cuernavaca y la estatal por arte de magia desaparecieron, no se les vio en las calles y sus frecuencias de radio permanecieron en silencio. Es ahí donde entró en escena el Ejército Mexicano, mandaba la 24 Zona Militar el distinguido General Leopoldo Díaz Pérez, de notable trayectoria y resultados. El General Díaz Pérez, no tenía muchas fuerzas disponibles en ese momento, las tropas estaban desplegadas a lo largo y ancho del estado en sus misiones habituales, entonces con los hombres disponibles, el general tuvo que implementar un cerco para impedir que los refuerzos liberaran a Beltrán Leyva, es muy conocida la imagen de un corpulento sicario en las inmediaciones de Altitude, herido en una pierna y siendo asistido por un par de soldados. Al exitoso cerco, Díaz Pérez tuvo también que defender las instalaciones militares y la unidad habitacional militar del ataque de los sicarios, quienes incluso dispararon lanza cohetes a la unidad habitacional, afortunadamente su falta de pericia en el manejo de esas armas impidió que los cohetes se armaran e impactaran en las casas de las familias militares. Y como si lo anterior no fuera suficiente, los soldados debieron desviar el tráfico en las calles de Cuernavaca, ante la sospechosa desaparición de los policías de tránsito. En resumidas cuentas, los marinos abatieron a su objetivo, pero los soldados impidieron la liberación de Beltrán Leyva y daños colaterales entre la población civil y las familias militares. Incluso el Secretario de Marina entregó un justo reconocimiento al General Díaz Pérez.

La madrugada del pasado 20 de noviembre, ráfagas de tiros despertaron a los habitantes de diversas colonias de Cuernavaca, los ciudadanos de inmediato se percataron que no era pirotecnia proveniente de alguna fiesta sino denotaciones de armas de fuego. A pesar de la inseguridad que asola a la entidad, estos enfrentamientos no son comunes, no hubo que lamentar víctimas entre la población civil, pero si desafortunadamente la muerte de dos policías municipales caídos en el cumplimiento de su deber al perseguir y enfrentar a sicarios fuertemente armados. En esta ocasión es de destacar la valiente respuesta de la policía municipal de Cuernavaca que, a diferencia de 2009, en esta ocasión salió y enfrentó a los delincuentes. La ciudad y todos sus habitantes les debemos un reconocimiento permanente y que su sacrificio sea un ejemplo para todos los policías de Morelos, pues como dijo José Martí: Honrar, honra.

*Escritor y cronista morelense.