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Morales Moreno Paulina

El sol comenzaba a descender en el horizonte sobre el hermoso jardín del Museo Morelense de Arte Contemporáneo Juan Soriano (MMAC). Al llegar unos minutos antes de las 4 pm, hora de inicio del conversatorio, me encontré con un grupo de mujeres notables. Saludé a mi maestra Alma Karla Sandoval y a otras participantes, entre ellas Ethel Krauze y Frida Gaytán. La atmósfera era de camaradería, como si estuvieran reuniéndose entre amigas para compartir pensamientos poderosos.

Jasmín Cacheux llegó unos minutos más tarde y, después de los saludos, se sumergió de inmediato en la instalación del equipo de video para grabar el evento. El entorno era idílico, rodeado por el hermoso jardín del museo y la suave luz del atardecer. Por fin, con todas las participantes presentes, comenzó la grabación.

Frida, con su voz segura, tomó el papel de moderadora. Comenzó contextualizando las distintas olas del feminismo: la lucha por el sufragio, la revolución sexual, las definiciones del patriarcado y la diversidad sexual y cultural. La cuarta ola, explicó, se centra en la violencia del patriarcado sobre los cuerpos de las mujeres.

Después de que Frida leyera la semblanza de Ethel Krauze, ésta tomó la palabra, definiéndose simplemente como “escritora”. Recordó que la semana era especial, marcada por la lucha contra la violencia hacia las mujeres que se celebra el 25 de noviembre. Mientras hablaba sobre la dualidad sexual desde el Neolítico, un zumbido fuerte interrumpió su discurso. La vibración intensa, más que un sonido, parecía un recordatorio palpable de la lucha contra el patriarcado. Entre risas, Krauze retomó su discurso, explorando la cuarta ola como la lucha por la forma en que nos perciben. Citó a autoras fundamentales, desde Enheduanna hasta Sor Juana, Mary Shelley, Virginia Woolf y Simone de Beauvoir. Para Krauze, la cuarta ola busca la anticosificación de la mujer en la literatura, usando la furia para ampliar horizontes.

Después de ella, Denisse Buendía abordó la importancia de que todo el cuerpo hable desde la emancipación, abandonando ídolos masculinos ausentes. Propuso aprovechar la globalización del feminismo para visibilizar la otredad, combatiendo el «virus del patriarcado», que está presente en mujeres y hombres.

Alma Karla Sandoval compartió reflexiones íntimas, destacando el valor, el amor y la humildad como herramientas para trabajar juntas contra el patriarcado. Planteó preguntas provocativas, como qué haríamos si tuviéramos un reloj con una bomba, instando a la honestidad y valentía en la lucha feminista.

Jazmín Cacheux cerró el evento hablando sobre «Los siete maridos de Evelyn Hugo», resaltando la falta de sororidad que obtuvo la protagonista de dicha novela. Concluyó con un poema de Emily Dickinson, infundiendo esperanza en el cierre del conversatorio.

Alma Karla Sandoval, con su mirada aguda, no solo iluminó el escenario con sus reflexiones íntimas, sino que también mencionó las diferencias fundamentales entre dos mujeres que comparten un nombre pero representan corrientes distintas en el feminismo. Simone de Beauvoir, la filósofa existencialista, y Simone Veil, la política y defensora de los derechos de las mujeres, encarnan perspectivas diferentes sobre la lucha femenina. Mientras que de Beauvoir abogaba por la liberación total de las mujeres, Veil se destacó por su enfoque pragmático en la implementación de derechos del movimiento obrero.

En la misma línea, Alma Karla trajo a colación la discusión entre Camille Paglia y Madonna. La disputa entre ambas figuras se intensificó cuando Paglia señaló que Madonna siempre rechazó oportunidades de colaboración o encuentros, contradiciendo la afirmación de Madonna de que anhelaba aliarse con otras mujeres al inicio de su carrera, por lo tanto, cuestionando su labor feminista.

Al resaltar estas diferencias, Alma Karla no solo reconoció la riqueza y la complejidad del feminismo, sino que también enfatizó la importancia de aceptar y respetar las diversas perspectivas dentro del movimiento. Su llamado a la unidad en la diversidad resonó como un eco inspirador, recordándonos que la fuerza del feminismo radica en su capacidad para abrazar la multiplicidad de voces y experiencias.

Foto: Cortesía