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El insulto que Vicente Fox hizo a Mariana Rodríguez Cantú, esposa de Samuel García precandidato presidencial de Movimiento Ciudadano (MC) a través de X -ex Twitter- se volvió trending topic y nota nacional. No es la primera vez que se le van las cabras al monte a Fox, pero esta vez llegó muy lejos. Tuvo incluso que cerrar su cuenta ante el tumulto de respuestas que tuvo a su insultante mensaje.

Políticos como Fox han hecho del insulto su manera de hacer política. Tenemos en Mexico, por lo menos, dos décadas de aguantar líderes políticos con un discurso degradado, ojalá fueran diferentes perspectivas las que estuvieran en la palestra porque siempre serán útiles para la democracia, no el insulto que ha prevalecido para polarizar, dividir y sacar raja política.

Diferentes reacciones -unas importantes y otras muy superficiales- se han provocado a raíz de ese tuit que a estas alturas le va a costar todo a Vicente Fox. Desde mi punto de vista, la más importante es el debate pendiente en Mexico sobre los límites a la libertad de expresión. ¿Debe o no haber limites? ¿deben regularse en la ley? ¿se viola la libertad constitucional de libre expresión el intentar regularla? En muchos países, la respuesta siempre ha sido hacer prevalecer la libertad de expresión como un derecho fundamental por encima de casi todos.

En mi opinión, eso debe hacerse en Mexico, dar libertad sin que esa libertad cuando se cometen excesos -como el de Fox- no pueda ser juzgada por otras leyes o incluso exista una condena social. Fox tiene derecho a decir lo que quiera, solo que tendrá que atenerse a una demanda civil y a pagar los costos políticos y a la condena publica por sus dichos. Soy de esos libertarios que creen que para que exista una democracia verdadera no podemos limitar nunca a la libertad de expresión.

Otro de los análisis serios a los que nos debe llevar este tropiezo de Fox, es el uso del insulto como estrategia política y de campaña. Los excesos en los que hemos caído en el mundo electoral mexicano donde el objetivo principal es atacar la credibilidad del oponente no han dejado buenos dividendos. El uso táctico de los insultos para desviar la atención y crear una atmósfera de hostilidad son usados de manera sistemática para alcanzar objetivos electorales y políticos. A veces son exabruptos o a veces es una manera permanente de hacer política. Nadie puede olvidar el “Cállate Chachalaca” de López Obrador ante las insistentes intervenciones del entonces Presidente Fox en la campaña presidencial de 2006.

Los insultos entre los lideres políticos contribuyen a la división y a la polarización, los seguidores adoptan las mismas actitudes combativas y al final el ambiente político se vuelve hostil. Esto se magnifica cuando intervienen los medios de comunicación. Los medios siempre han amplificado los insultos para crear sensacionalismo y para vender. En los tiempos de redes sociales que vivimos el amplificador todavía alcanza mayor potencia.

El uso de insultos en política tiene un profundo impacto en la percepción pública: puede provocar que los votantes se desilusionen pero también lo contrario. Fox fue un exitoso comunicador en campaña pero actualmente está desfasado. Hoy Mariana, se acepte o no, es la más eficiente en comunicación política de todos los actores vigentes porque está llegando a un sector muy complicado que es el de los jóvenes. Tanto así que obligó a Fox a cerrar su cuenta, un insulto que le provocó a su vez una cascada tumultuosa de insultos.

La boca de Fox le hizo la campaña una semana a Samuel y a Mariana. El impacto de las campañas políticas se mide semana a semana y Fox le regaló una semana de trending topic a la nueva pareja que quiere ser presidencial. además se ganó también que Xóchitl, su candidata, lo desconociera públicamente y, lo peor, se puede ganar una denuncia por violencia política género, además de otras demandas civiles. Lo que si ya se ganó, y no hay manera de revertirlo, es el repudio público en esta recién comenzada campaña. La mano invisible de la sociedad se mueve sin necesidad de limitar la libertad de expresión.

Hay actitudes hostiles que ayudaron a ganar campañas, esa es la historia de Fox, Calderón y AMLO. Los radicales de derecha y de izquierda, que son muy parecidos, los usan a menudo para posicionarse públicamente. A muchos les ha fallado el timing para poder polarizar y hacer campañas de contraste, en eso López Obrador ha demostrado ser el mejor, un verdadero maestro.

Veamos si Samuel García tiene la capacidad de tener este timing que lo puede llevar a otro nivel de competencia, pero también debe echar sus barbas a remojar. Ahora deberá de ser él, quien cuide su boca porque ya tiene un historial de deslices.

Para el mundo cristiano tenemos varias enseñanzas que siempre están en nuestra cabeza: “De la abundancia del corazón habla la boca;” “No devolver el insulto con insulto”; “A palabras necias, oídos sordos”; “La boca de los necios profiere sandeces”, son ejemplos, entre muchos otros, de versículos bíblicos.

Lo cierto es que la descalificación a las personas que insultan siempre está asociada a su condición humana, espiritual y emocional. Cuando una persona necia profiere un insulto está claro que demuestra la persona que es y el momento en el que se encuentra en su vida. Si esto aplica para la vida pública y para los políticos, es muy fácil para el electorado cristiano darnos cuenta sobre las personas y su condición espiritual. Siempre buscaremos perfiles de personas que procuren la paz y que hablen con sensatez.

Nos encantaría que hubiera una combinación entre el inevitable show “campañero” y un discurso más sustantivo, que los candidatos hablaran de la problemática nacional, que se enfocaran en la “cosa pública” y no en el ataque personal. Presentar y comparar proyectos siempre será esencial para una democracia sana. Queremos escuchar argumentos que contribuyan a una ciudadanía más informada y critica, que le demande más a su liderazgo político. Para que después de las campañas se pueda construir un dialogo público que contribuya a un mejor ambiente social y a una cultura de la civilidad donde las ideas sean debatidas. El insulto que degrada la esencia de un diálogo constructivo, al final del día, solo termina dañando la legitimidad democrática.

Empezó mal Xóchitl, aunque no fue por ella, lo cierto es que debe estar pensando: “no me ayudes compadre; pero también ya tiene a su “primer soldado caído.” El show de las campañas ya reinició, veamos quien logra producirlo mejor pero también quien logra salir menos raspado. Todos los días tenemos nuestra versión nacional de “The Morning Show” desde Palacio Nacional, y en este espacio y en el show “campañero” insistiremos que haya libertad de expresión absoluta, que la gente y los sectores sociales reaccionen, que la percepción pública sea el verdadero juez, que todos nos atengamos a lo que decimos, y que al final haya no solo ocurrencias sino también debate y dialogo público.

Por lo pronto, la precampaña presidencial ya cobró su primera víctima, el primer soldado caído, la historia ya lo juzgó y Fox parece dirigirse al basurero de la historia. Sus conocidos exabruptos lo mataron políticamente, se tardó pero parece que en esta ocasión será para siempre.