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A unos metros del centro de Cuernavaca que aloja la muestra de platillos, Sabor Es Morelos, preparados con desplantes de exquisitez por chefs locales, el Museo Juan Soriano fue invadido por artistas plásticos morelenses cuya exposición, “Gastronómica”, puede no parecer tan “refinada”, pero definitivamente es sabrosísima.

Treinta artistas contemporáneos forman parte de la colección que evoca la comida cotidiana, el bocadillo, la golosina, el arte de lo prohibido por los cánones impuestos por la nutrición. Las pequeñas faltas que producen la obesidad mexicana.

La ofensiva comida chatarra, la fast food, mole verde, teleras, carne seca, mucha mantequilla, café, platos de barro, vajillas de plata, tostadas, costillitas, fruta, tragos, ajos, cebollas, elefantes y un nopal, protagonizan las más impactantes creaciones plásticas que se asoman divertidas y divirtientes a quienes entran a la Galería El Cubo del museo más “fifí” de Morelos.

Las obras, parte de las colecciones Griselda Hurtado y Cisco Jiménez, fueron creadas en varios momentos de los últimos cinco años por Alé Souto, Ana Laura Basutro, Ana Rojas, Cisco Jiménez, Chun Hua Cathering Dong, Elena Climent, Elizabeth Ross, Felipe Ehrenberg, Flor Molina, Gabriela Deisolbi, Gabriel Garcilazo, Isadora Escobedo, Javier Ocampo, Jimmie Durham, Juanjo Soto, Daniel Lezama, Julián Obed, Lalo Lugo, Pamela Zubilanga, Liliana Mercenario, María Antonieta de la Rosa, Minerva Ayón, Mónica Castillo, Ray Smith, Rodolfo de Florencia, Tomás Casademunt, Ynuén Díaz, Irving Labarrios, Vivian Wen Lin, Wang Baoju y Yohanán Meshoulam.

Desde la entrada hay una provocación, los platos de barro con leyendas que invitan a la comida y a la reflexión y la rebelión, en una pieza de Yunuén Díaz, “Barro, Arroz, Tierra, Cocina y Resistencia” de 2021, que sugiere el tono de toda la muestra. El carrito de golosinas con un foco que lo ubica como la estrella de la primera salita es la propuesta de Isadora Escobedo que circunstancia indudablemente el centro protagónico en las deliciosas viandas que acompañan a estudiantes y Godínez mexicanos desde la posrevolución.

Un retablo en mosaico es la “Techno Mulata Pietrónica” que Javier Ocampo exhibe como una vértebra a la continuidad del viaje corto pero “chabocho”, a las tripas de la exhibición nada pudorosa de los placeres de la panza.

Minerva Ayón exhibe una suerte de monstruo de la tierra prehispánico “Cuando pierdo la cabeza me vuelvo cuerpo y emoción” (2023); la flanquean “Siempre sueño con el jale” y “El bocado, el trago y la boca” (ésta en dos cuadros), de Julián Obed que recuerda la carga siempre barroca del cartel mexicano; y “Misterious Table” (2023) de Rodolfo de Florencia, una pieza anticuada adrede e intencionalmente fantasmal.

De Pamela Zubillaga, “Costa de Guerrero” (2023) es otro necesario emblema de la muestra. La mojarra frita y el cocktail, sobre el mantel rompen una cerca improvisada, como esas que se ven en las playas del vecino estado, sobre la arena retratada con un juego de luces siempre agradecido.

Daniel Lezama entrega en “Ofrenda de Muertos” (2022), uno de los cuadros de técnica más tradicional de la muestra, probablemente por ello el tema y su composición, entre erótica y fantasmagórica, resulta aún más impactante para el espectador que siempre agradece ser sorprendido.

Esa virtud tiene Gastronómica, cada pieza resulta más sorprendente que la anterior, la duda es si se debe exclusivamente a la curaduría de Cisco Jiménez y Cristo Contel, o porque cada pieza es una ruptura en sí misma.

“Composición a la Vida” (2017) de Flor Molina es un conjunto de dos mayúsculas esculturas de mujeres acompañadas por caracoles y tortugas. La pieza llama al juego y no pocos de los asistentes a la exhibición se toman fotos junto al par de costeñas.

Irvin Labarrios nos regala en un nopal su “Autorretrato”, 2023; “El olor de mis mañanas” (2017) Gabriela Seisolbi, es un generoso homenaje al café, que acompaña con el colmenero ensamble “Abejas, Hogar Compartido) de 2023, que ocupa casi una sala.

En la expo también se exhiben videos de Wang Boaju, “Montañas” (2012); Chu Hua Catherine Dong, “Las otras palabras” (2012); y Vivian Wen, “Retrato de Comida” (2015); los tres imperdibles como concepto por lo que cuando vayas, intenta llevar tiempo de sobra.

No puedes dejar de ver “Tótem” (2023) de Ale Souto, una crítica/retrato/homenaje de los hábitos alimentarios nacionales; la composición pictórica, “Territorio Bucólico” de Ana Rojas; “Xyz rays” (2023) de Tomás Casademunt: “El Mole Verde” (2023) de Lalo Lugo, que recuerda un poco a Remedios Varo.

Otra pieza imperdible es la que provocaría la rabia de los nutricionistas pero el agradecimiento de miles de universitarios en México, “Bodegón” de Javier Ocampo, un altar chaquiroso a la cerveza, la Maruchan y la salsa Valentina, con limón, chicharrones, Pulparindo y evocación a la muerte incluidos.

La exposición Gastronómica fue inaugurada con un gran éxito el sábado por la Secretaria de Turismo y Cultura del gobierno de Morelos, Julieta Goldzweig Cornejo, y los propietarios de la colección, Griselda Campos, también presidenta de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera en Cuernavaca y el artista plástico, Cisco Jiménez, quienes acompañados de algunos de los artistas y aficionados al arte recorrieron por primera vez la muestra que estará abierta de martes a domingo de 10 a 17 horas.

 

Foto: Cortesía