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El deber fundamental del Estado es proteger a sus ciudadanos de cualquier amenaza, interna o externa. Debe velar por el bienestar de la sociedad y procurar su desarrollo en paz y armonía. Cuando eso no sucede, no es la culpa de la gente que busque alguna alternativa ante una existencia llena de inseguridad que amenaza sus bienes y a su propia vida.

Por lo anterior, el pueblo depende del Estado y le otorga el monopolio de la seguridad y, aunque suene mal, de la represión, entendida esta como la supresión de las amenazas tangibles y reales que vulneran la seguridad de la sociedad.

En Temixco se ha dejado crecer el protagonismo de los grupos delictivos, que suelen usurpar funciones de gobierno como el cobro de impuestos y la decisión de imponer sus propias reglas al margen de cualquier ley o proceso democrático. Es por eso una mala apuesta dejar que hagan de las suyas o entrar en su juego, pues cada día que pasa y con cada peso que ganan de manera ilegal adquieren mayor poder.

Impedir el libre tránsito de las personas, como lo han hecho los grupos criminales en Temixco, debería ser una señal de alarma para todo el estado y para todas sus instituciones de seguridad. Lamentablemente, en México tenemos recientes casos de multihomicidios tanto a manos de los criminales como a cargo de la gente que se cansó de ellos, que se vieron orillados a tomar la ley en sus manos y se convirtieron en criminales ellos mismos.

Las autodefensas que se proponen en Temixco, más que una estrategia de seguridad es una iniciativa que debería ser considerada un llamado desesperado de auxilio ante la ineficacia de las organizaciones oficiales que deberían brindar tranquilidad y paz, por ejemplo, la policía municipal que los ayudantes de 40 colonias del municipio consideran que podría actuar en complicidad con las bandas criminales.

No hay que perder de vista que Temixco forma parte del mando coordinado y la responsabilidad de que las cosas estén como están actualmente en el municipio recae también en la policía estatal, en la Guardia Nacional y hasta en las fuerzas armadas que deberían apoyar de manera directa a la preservación de la paz en la región. La Comisión Estatal de Seguridad, tan dada a desayunos para la foto, debería responsabilizarse de los ataques con armas de fuego y del secuestro de unidades de los que son víctimas los transportistas.

Es por la inutilidad de la CES que surge la deplorable pero entendible idea de las autodefensas; es la combinación de una mala situación con una mala idea y los resultados, necesariamente, no serán tampoco los mejores.

Pero los vecinos, los ayudantes municipales, los transportistas o todos nosotros no deberíamos buscar cómo defendernos a nosotros mismos; más bien deberíamos recordar que hay instituciones que deben hacerlo y exigirles resultados, en Temixco, en Huitzilac y en todo el estado. Ellos son los que deben entenderse con los criminales y no deberían tener miedo de hacerlo, mientras que la gente debería tener cuidado en no cruzar la línea que la separa de vivir fuera de la ley.