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No sé cuándo fue la primera vez que vi en persona a José Agustín, pero lo que sí recuerdo con precisión es que recién habían pasado las elecciones de 1988 me puse en contacto con él para que publicara en Topodrilo, una revista que recién habíamos empezado a publicar un grupo de compañeros bajo los auspicios de la UAM-Iztapalapa. La revista era resultado de la inquietud de varios camaradas de contar con un medio de expresión más a tono con la divulgación, el periodismo y la literatura; tuvo la fortuna de contar en varios momentos con las colaboraciones de José Agustín. Pero también estuvo presente más allá de la primera etapa de la publicación (duró 57 números), ya que también participó en la corta vida de la segunda etapa. Pronto corroboramos de manera directa aquello que ha referido Elena Poniatowska en ¡Ay vida, no me mereces!: José Agustín fue el escritor mexicano más accesible, siempre dispuesto a apoyar a los jóvenes que le pedían su apoyo o consejo en las aventuras editoriales que emprendían.

Me quedan ahora los recuerdos a las visitas que hice en Las Brisas, en Cuautla, en donde en varios momentos charlamos acompañados de sus respectivas chelas y en donde siempre tuvo palabras de aliento para impulsar a la revista, al grado que nos apoyó dando un taller de cuento en la UAM Iztapalapa, en donde por cierto el espacio fue insuficiente para la demanda.

Antulio Sánchez