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La amenaza de paro en bachilleratos tecnológicos

 

La educación pública en Morelos está a punto de sufrir su primer paro generalizado en uno de sus niveles desde el 2008, cuando los trabajadores del nivel básico tomaron las escuelas buscando frenar la Alianza por la Calidad de la Educación, impulsada por la administración de Felipe Calderón Hinojosa. Entonces, las escuelas pararon por casi tres meses al margen de su dirigencia sindical que promovía la reforma laboral y política de la educación básica en el país.

Desde 2009, en que el movimiento se fue diluyendo, entre otras cosas gracias a la incorporación de muchos de sus liderazgos a tareas de dirigencia sindical, el magisterio de Morelos había estado en una relativa paz, alterada eventualmente por abusos y omisiones aisladas de las autoridades educativas, pero las escasas movilizaciones del magisterio eran atendidas, aunque fuera mediante paliativos, por lo menos en el nivel básico. Ha sido hasta el sexenio que está por terminar que los pendientes laborales en preescolar, primaria, secundaria y normales, se han acumulado generando una tensión constante entre la autoridad educativa y la representación sindical.

En la educación media superior, el asunto es diferente. Los centros de Bachillerato Tecnológico Agropecuario (CBTA), Tecnológico Industrial y de Servicios (CBTIS) y de Estudios Tecnológicos, Industrial y de Servicios (CETIS), arrastran desde la modernización educativa de 1992 peculiaridades patronales que los hacen especialmente vulnerables. El proceso descentralizador que impulsó Carlos Salinas de Gortari no llegó a concretarse en la educación media superior pública, pero la ley que dota de aguinaldo de 90 días a los trabajadores de la educación de Morelos obligó al gobierno estatal a atender a los docentes y administrativos del nivel. Esta doble dependencia no se tradujo nunca en un fortalecimiento de los planteles, y en cambio se volvió una doble vulnerabilidad a los derechos laborales de alrededor de tres mil 500 maestros.

La curiosidad patronal incluso tocó a muchas administraciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación que, salvo en un par de ocasiones en el pasado reciente se había puesto al frente de las demandas de los trabajadores del nivel. Los llamados trabajadores homologados (se identifican así porque alguna vez sus condiciones de trabajo se igualan con las del Instituto Politécnico Nacional), eran apenas un despachito en las oficinas de un sindicato que no los entendía y pocas veces les atendía.

Eso explica el que los pendientes del grupo magisterial se hayan acumulado durante la última década. Y el respaldo que los trabajadores han encontrado de la nueva dirigencia de la sección 19 del SNTE es uno de los motivos para que la protesta que inició hace unas semanas se haya fortalecido al grado de poderse convertir en el primer paro general de un nivel educativo público en Morelos desde aquél 2008, con la diferencia de que esta vez, los maestros tienen el apoyo de las dirigencias sindicales local y nacional.

El enojo de los trabajadores homologados en Morelos tiene fundamento, más de una década han esperado que se cumplan derechos como la compactación de horas, la activación y regularización de plazas administrativas, la falta de nombramientos, la omisión en los procesos de asignación de horas adicionales, y el no reconocer las comisiones dictaminadoras sin la esencia de los reclamos, que se aderezan también con malos tratos, autoritarismo y hasta corrupción en el manejo de plazas y nombramientos, de acuerdo con las denuncias de los trabajadores. De hecho, la colección de omisiones de los directivos del nivel ha abierto el espacio a asignaciones discrecionales de horas, plazas y movimientos en las plantillas laborales que podrían favorecer malas prácticas.

En Xoxocotla (CBTA 8), el paro estalló hace veinte días y las autoridades estatales y federales no parecen dispuestas a atender las exigencias que los trabajadores de ese plantel comparten con el resto de los trabajadores de los subsistemas en Morelos. Si las cosas no se arreglan pronto, esta misma semana podrían empezar los paros generales en 18 planteles más.

Para el SNTE, por cierto, la movilización de los homologados puede ser la muestra de fuerza sindical que requiere para que otras autoridades educativas locales, particularmente las del Instituto de la Educación Básica del Estado de Morelos, midan el riesgo que significa mantener pendientes con el magisterio. Así que el líder de la sección 19 de la organización laboral, Joel Sánchez Vélez, se ha metido de lleno al apoyo a los homologados y con ello logra cumplir con dos necesidades: primero la representación efectiva de todo el magisterio del estado, y segundo, la demostración de que el sindicato ha revivido después de una década de administraciones prácticamente sometidas por la autoridad educativa.

El sindicato, por cierto, ha difundido los problemas que enfrentan los homologados por lo menos desde noviembre pasado. La información se volvió más abundante en las últimas semanas dada la desatención de las autoridades a las demandas de los trabajadores. A medida que la inconformidad ha llegado a su límite, la organización laboral puede estar regularmente tranquila, no tendrá que dar explicaciones enormes sobre las determinaciones que tome en adelante y que, en el peor escenario llevarían a paros generales que afectaran a miles de estudiantes de bachilleratos tecnológicos en el estado. El reto en todo caso es lograr que la ciudadanía entienda el paro como una responsabilidad de la autoridad por sus omisiones. No será difícil, los morelenses conocen a los encargados de la administración y a sus maestros, y deben saber, o por lo menos pueden intuir las razones del conflicto. Históricamente, los padres de familia, los alumnos y la sociedad, suelen apoyar a sus maestros.

Las demás autoridades deben recordar aquello de las barbas del vecino, antes de que sea muy tarde.

@martinellito

martinellito@outlook.com