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Pese a que la iniciativa de transporte público denominada «Ruta de la Salud» está dirigida a personas con discapacidad, adultos mayores, niños menores de tres años y mujeres embarazadas, la realidad es muy diferente.

Una pasajera denunció a La Jornada Morelos que dado que el servicio se abrió a la población en general, el problema radica en que las personas con capacidades diferentes ya no alcanzan asientos y prácticamente deben rogar, ellos o sus familiares, se den espacios a quien verdaderamente lo necesita, ya que en ciertos horarios se llena de pasaje con personas sanas y jóvenes, en su mayoría.

De acuerdo con el testimonio de Carla, este lunes 12 de febrero acompañó a su madre, una persona de la tercera edad y discapacitada, al DIF Morelos en Emiliano Zapata; sin embargo, de regreso a Cuernavaca, alrededor de las 12:40 horas, la Ruta de la Salud estaba llena y no había ningún asiento disponible.

El chofer, de la empresa Pullman de Morelos, pese a ver la situación, en ningún momento se levantó del asiento para auxiliarlas o solicitar a alguien que cediera el asiento a la mujer, que incluso mostró su tarjeta oficial de discapacidad. Eso, señaló Carla, denota falta de capacitación para brindar atención a los pasajeros para quienes está dirigido este transporte.

Ante la indolencia de todos, Carla se acercó a un hombre, quien se negó a ceder su asiento argumentando que le dolía la rodilla; fue hasta que le comentó a otra señora que pudo lograr que su madre se sentara.

Sin embargo, principalmente hasta el fondo, podían observarse señores, mujeres jóvenes e incluso estudiantes de medicina de algunas escuelas particulares que ni se inmutaron en ceder sus asientos, pues iban durmiendo o escuchando música, aun cuando en la Ruta de la Salud también se encontraba una mujer embarazada y otra más con un hijo con atención especial.

Además pese a que los familiares o acompañantes de personas con discapacidad supuestamente pagan una “cuota simbólica” de ocho pesos, a Carla le cobraron 14 pesos, como tarifa standard o normal. Ni en la página oficial del DIF, ni en ningún sitio, hay información sobre la actualización de los precios, acusó.

Al cuestionar al chófer sobre esta situación, únicamente se limitó a contestar que ese es el único talonario que le da la empresa, por lo que no sabía si se habían actualizado o no las tarifas.

La situación, consideró Carla, es cínica y abusiva ya que, a medio camino, sube un supervisor contratado por Pullman para revisar los comprobantes de pago, pero en ningún momento se preocupan o supervisan que realmente los asientos estén ocupados por personas que verdaderamente lo necesitan, “pero eso sí, que no se queden sin pagar», pese a que no se respeta el servicio, dijo.