loader image

Glifosato: riesgos para la salud y principio precautorio

Horacio Riojas Rodríguez*, Paulina Farías Serra*, Giovana Mercado*

El glifosato es una sustancia química ampliamente utilizada como herbicida en combinación con otros ingredientes, tanto en productos para el hogar como en la agricultura a gran escala. Por su carácter no selectivo, ha servido para eliminar una gran variedad de tipos de maleza en los cultivos, y debido a ello es el más empleado en el mundo. Se absorbe a través de las hojas pero no se acumula en la cadena alimenticia. Este herbicida, asimismo, se ha asociado con el uso de semillas genéticamente modificadas para ser resistentes a él.

Los cultivos agrícolas pueden verse afectados por el glifosato, ya que forma enlaces con metales esenciales como el manganeso y el zinc de la tierra, y empobrece el valor nutritivo de los alimentos que se cultivan en ella. Otro factor por el cual el glifosato afecta los suelos y lo que se cultiva en ellos está en el hecho de que su toxicidad altera aorganismos como las lombrices, las cuales contribuyen significativamente en la adecuada composición química y la estructura física de los suelos.

Solía pensarse que el glifosato no podía ser tóxico para los humanos porque actúa como herbicida inhibiendo la ruta enzimática del siquimato, un intermediario bioquímico sólo de plantas y microorganismos; se creía que los casos de toxicidad con herbicidas que contenían glifosato, más bien podían deberse a los surfactantes añadidos (sustancias que aumentan la cobertura del producto). Sin embargo, ahora se sabe que el glifosato sí puede tener efectos en las personas por diferentes modos de acción. Algunos estudios sugieren que, al afectar la ruta metabólica del siquimato en la microbiota de las personas, el glifosato puede alterar la actividad enzimática involucrada en la biosíntesis de aminoácidos esenciales: tirosina, fenilalanina y triptófano. Estos aminoácidos, a su vez, son precursores de neurotransmisores como la serotonina y la melatonina, importantes para el buen desempeño neuroconductual. Además, se han encontrado asociaciones entre la exposición humana al glifosato y diferentes efectos en la salud, como problemas gastrointestinales, aumento en el riesgo de enfermedad celiaca y cardiotoxicidad.

Existe un debate internacional sobre la cuantía y el alcance de la evidencia científica que se ha generado para sustentar la prohibición de su uso. Por un lado, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) reiteró en 2022 que, si el glifosato se emplea como está indicado, no se originan riesgos importantes para la salud humana. También, el comité de evaluación de riesgos de la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA, por sus siglas en inglés) concluyó en 2022 que el glifosato puede causar daños oculares graves y efectos tóxicos duraderos en los organismos acuáticos, pero que la evidencia científica disponible no permite clasificarlo por su toxicidad específica en órganos diana; es decir, no se podría considerar como neurotóxico, por ejemplo. Tanto la EPA como la ECHA coincidieron este año, con base en nuevas evaluaciones, en que el glifosato “probablemente no es cancerígeno”.

Por otro lado, el Instituto Ramazzini de Italia(organización sin fines de lucro dedicada al estudio del cáncer y de enfermedades ambientales) reveló que el glifosato debilita el sistema inmunológico humano, lo que hace a las personas más susceptibles de adquirir infecciones. Además, un estudio publicado en 2022 por Bukowska y colaboradores en la revista científica Science of the Total Environment concluye que los cambios causados por el glifosato en el funcionamiento genético (epigenéticos) pueden persistir a lo largo de la vida e incluso transmitirse a las siguientes generaciones; por ejemplo, en la tercera generación pudieran presentarse algunos transtornos del desarrollo, enfermedad prostática u obesidad. También concluyen que algunos mecanismos epigenéticos han indicado un riesgo potencial de desarrollar cáncer de mama en humanos, como resultado de la exposición al glifosato. De hecho, en 2015, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), de la Organización Mundial de la Salud, determinó que el glifosato es “probablemente carcinogénico para los humanos”, con base en una limitada evidencia en humanos, una suficiente evidencia en animales y una sólida evidencia de su genotoxicidad.

De acuerdo con el expediente científico sobre el glifosato y los cultivos genéticamente modificados (publicado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en 2020), la acumulación y persistencia de ese herbicida, junto con la consecuente generación de AMPA (ácido aminometilfosfónico), puede alterar la estructura y composición de las comunidades acuáticas y terrestres, lo que implica un riesgo ecológico notable al provocar daños en especies acuáticas y alteración de los ecosistemas marinos y de agua dulce; inhibición de microorganismos benéficos para el suelo, así como de la flora bacteriana intestinal;efectos directos e indirectos en las poblaciones de insectos benéficos, con el consecuente decremento de éstas, yproliferación de las llamadas “malezas agresivas”.

Esta controversia se puede deber en gran medida a la evidencia utilizada. En tanto que la EPA y la ECHA consideran dentro de los estudios disponibles aquéllos generados por la industria, la IARC toma en cuenta sóloestudios sin posibles conflictos de interés. La investigación y las evaluaciones de riesgo del glifosato continúan mientras tanto. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria llevará a cabo una evaluación en ese sentido, que se espera esté terminada en julio de 2023, y la EPA revisará su evaluación sobre el potencial carcinogénico del glifosato y posiblemente sobre otros de los efectos que tiene en la saludesa sustancia; además, considerará si se requieren medidas de mitigación adicionales o diferentes en la ecología. Por su parte, el Instituto Ramazzini está llevando a cabo nuevos estudios financiados sin conflicto de interés, sobre la toxicidad del glifosato en dosis relevantes para los humanos.

En este contexto, se recomienda continuar aplicando las medidas emitidas por el gobierno federal para eliminar de manera progresiva el uso de glifosato. Esta postura se basa en el “principio precautorio”, concepto que respalda la adopción de medidas protectoras ante sospechas fundadas en argumentos razonables de que ciertos productos o tecnologías representan un riesgo grave e irreversible para la salud pública (en las generaciones actuales y futuras) o el medio ambiente, pero sin que se cuente todavía con una prueba científica definitiva. No está de más señalar que, en este caso, las sospechas fundadas provienen de los estudios realizados sobre el uso de glifosato, asociado a algunos cánceres como las leucemias, a los efectos que produce en otros órganos y sistemas, y de manera importante, a las alteraciones que causa en los ecosistemas. 

*Especialistas en salud pública; invitados por el Dr. Eduardo Lazcano Ponce

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *