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Savoir Faire y Graco ¿están en todas partes?

 

Cuando éramos niños, hace ya bastantes años, una de las muchas caricaturas que nos dieron infancia fue Supercán, una serie animada que incluía cortos animados de los To To Topos y el gato Klondike, un felino montés que era parte de la policía montada de Canadá y que perseguía siempre a un ladrón internacional, un ratón llamado Savoir Faire. El fin de semana, como un “innocent bystander” de las campañas negativas en Morelos, de súbito recordé al nada simpático ratón que siempre remataba sus escapes con un “Savoir Faire está en todas partes”.

No es una referencia fortuita, de esas que Wittgenstein compararía con un collar de perlas que se revienta. El recuerdo viene de la aparente omnipresencia que un “villano” de Morelos pareciera tener en todos los grupos políticos, por lo menos en los que se disputan la gubernatura. Para los injuriosos, el exgobernador, Graco Ramírez Garrido, sería un equivalente de carne y hueso de Savoir Faire que está en todas partes pues, según la especie, Graco tendría relación con todos los equipos y todos los partidos que operan en Morelos.

La explicación es mucho más casual que la urdimbre de complots que intentan quienes usan la relación con el exgobernador como un medio de descrédito. La aparente omnipresencia de Ramírez no obedece a un poder extraordinario, se acerca más a la teoría de los seis grados de separación, propuesta desde 1929 por el húngaro Frigyes Karinthy en su cuento eslabones; un concepto que retoma Duncan Watts que asegura que puede conectarse a cualquier par de personas en el planeta con solo seis saltos.

Con todas las reservas que podríamos tener sobre las teorías ilustradas por películas hollywoodenses, la idea puede tener un sustento muy sencillo de explicar en universos reducidos, como Morelos. En el estado habitan poco menos de dos millones de personas, de ellas por lo menos un millón y medio son mayores de edad habilitados para votar. En las elecciones de 2018, cuando el poder y la presencia del entonces gobernador Graco Ramírez acabó de diluirse, votaron por gobernador 954 mil personas. Por entonces, el 4.5% de las 853 mil 314 personas ocupadas en Morelos se desempeñaba en el gobierno (federal, estatal o municipal), esto es, 38 mil 400 hombres y mujeres que, de una u otra manera tenían algún tipo de relación con el titular del Ejecutivo.

Considerando que son muy pocos los ciudadanos que, sin contacto anterior con el servicio público deciden dedicarse a la política, es probable que la mayor parte de los candidatos hayan tenido algún cargo más o menos relevante en la función pública. A mayor relevancia, es más probable establecer algún tipo de relación con el gobernador que no necesariamente es de dependencia, y mucho menos de dependencia permanente.

En el 2018 en Morelos se disputaron más de trescientos cargos de elección popular, gubernatura, diputaciones locales y federales, senadurías, presidencias municipales, sindicaturas y regidurías. El listado de candidatos registrados alcanzó las 251 páginas y anotaba alrededor de dos mil 500 aspirantes, la mayoría con algún antecedente de participación política.

De acuerdo con los números es muy probable que la mayoría de los aspirantes hayan saludado por lo menos una vez a Graco Ramírez, pero también a otros exgobernadores y al actual, Cuauhtémoc Blanco Bravo.

Con estos datos, es muy probable que pudiéramos establecer un nexo menor a seis grados de todos los morelenses con Graco Ramírez, pero también con cualquiera otra persona en el estado. No es que todos los que habitan en Morelos se conozcan, pero en todo caso, es muy fácil aproximarlos, aunque sea de forma medio artificial.

Al fenómeno habría que sumar el hecho de que los políticos de izquierda en Morelos representan un grupo mucho más reducido que el total de quienes hacen política en el estado y que en esa izquierda han militado muchos que hoy, con razón, abominan de Graco Ramírez. Antes de ser gobernador, Graco fue activista social en Morelos y construyó un Frente Ciudadano al que se unieron también algunos personajes no tan de izquierda para oponerse al gobierno de Jorge Carrillo Olea, algo que sumaría a la red de relaciones del exgobernador tabasqueño muchas más personas.

Si se concede que la sociedad es un sistema de redes interconectadas, la idea del distanciamiento puede ser absolutamente ficticia. Probablemente la prueba más contundente de ello esté en el algoritmo de las redes sociales que suele conectarnos con gente que se ubica hasta a dos o tres “saltos” de distancia de nosotros.

En todo caso, lo importante es qué tanto se ha separado cada conocido y cada grupo de conocidos de la figura del exgobernador, y francamente, en cada caso parece que muchísimo. La vida política del señor Ramírez lo fue alejando de muchos, y el desgaste y final dilusión de su poder acabó por liberar a quienes tenían algún grado de subordinación por autoridad jurídica o moral.

Graco no es omnipresente. Tampoco es Savoir Faire. Es otro tipo de personaje y a seis años de que perdió el gobierno de Morelos, convendría que el discurso político transite a otras cosas mucho más relevantes. Sólo así podríamos pensar en lo que requiere Morelos para salir adelante y que puede o no estar en las mochilas de las candidatas. A fin de cuentas, al estado lo construimos entre todos.

Y ya que empezaron las campañas a la gubernatura, vale la pena escuchar las propuestas en un formato de qué y cómo para no quedarnos nuevamente en el abandono que lleva a votar por proyectos como “meter a la cárcel” a algún exgobernador. Ya vimos cómo nos fue con una sola propuesta construida desde el odio.

@martinellito

martinellito@outlook.com